Hay miles de millones de nervios en su cuerpo. La mayoría de ellos, tus nervios periféricos, son como las ramas de un árbol que se extienden por todas partes y transmiten mensajes al tronco: tu cerebro y médula espinal. Cuando todo va bien, tu cerebro recibe la información que necesita para que puedas mover tus músculos, reconocer el dolor y mantener tus órganos internos funcionando correctamente.
Pero cuando los nervios periféricos se dañan, es otra historia: Caminar podría convertirse en un reto, podrías experimentar un dolor incesante o podrías acabar con una lesión grave porque no tenías ni idea de lo caliente que estaba esa estufa.
Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, se calcula que 20 millones de estadounidenses sufren daños en los nervios periféricos, también conocidos como neuropatías. «La diabetes es la causa número uno. La mala suerte es la segunda. Le siguen los movimientos repetitivos y la enfermedad de Lyme», dice el doctor Andrew Elkwood, cirujano especializado en la reconstrucción de nervios en el Instituto de Reconstrucción Avanzada de Nueva York y Nueva Jersey.
Otras causas son los traumatismos repentinos (como un accidente de coche), el envejecimiento, las deficiencias vitamínicas, la fuerte exposición a toxinas (como el alcohol, los medicamentos contra el cáncer, el plomo, el mercurio y el arsénico) y las infecciones y trastornos autoinmunes como la hepatitis C, la difteria, el VIH, Epstein-Barr, la artritis reumatoide y el síndrome de Guillain-Barré. En algunos casos, no se conoce la causa.
La buena noticia es que el daño nervioso suele desarrollarse lentamente, dice la doctora Isha Gupta, profesora adjunta de neurología en la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai. Eso significa que se puede tratar antes de que empeore, pero no siempre es fácil obtener el diagnóstico correcto. ¿Su mejor opción? Consulte a un médico de inmediato si tiene alguno de los siguientes síntomas.