El Congreso de Viena comenzó en septiembre de 1814, con la intención de redibujar las fronteras de Europa tras el caos provocado por las guerras napoleónicas y revolucionarias francesas. El Congreso estuvo inicialmente dominado por las cuatro grandes potencias que habían depuesto a Napoleón: Austria, Rusia, Prusia y Gran Bretaña.
El emisario británico desde febrero de 1815 fue el duque de Wellington, hasta marzo, cuando tuvo que partir apresuradamente para reunir el ejército anglo-aliado que se enfrentaría a Napoleón. Francia, representada por el archinegociador Talleyrand, pudo incluir a Francia y España en las negociaciones como representantes de los numerosos estados europeos menores que asistieron al Congreso. Los sellos de cera representan a los numerosos países que aceptaron las Actas, junto a la firma del embajador de ese estado.
Esta acta final amalgama todos los diversos tratados acordados por los estados asistentes al Congreso. Puede leer el texto completo del Acta Final del Congreso de Viena aquí.
El Acta otorgó tierras adicionales a Rusia y Prusia, mientras que Francia perdió todos los territorios adicionales que había conquistado o anexionado en las guerras desde 1795. En general, la coalición conservadora de estados que había derrotado a la Francia napoleónica intentó hacer retroceder la historia, deshacer los cambios que la Revolución Francesa y las guerras posteriores habían provocado en Europa. Esto incluía la supresión de los sentimientos reformistas y nacionalistas suscitados por los ejércitos revolucionarios. Los liberales de toda Europa condenaron el Congreso como una alianza reaccionaria.
El Congreso de Viena inició una serie de conferencias internacionales conocidas como el Concierto de Europa, que intentaban producir un equilibrio de poder pacífico entre los estados europeos. Este periodo de negociación de las grandes potencias duró casi cien años, rompiéndose de forma decisiva con la Primera Guerra Mundial en 1914.