Mil veces más potente que la pólvora negra, la dinamita aceleró la construcción de carreteras, túneles, canales y otros proyectos de construcción en todo el mundo en la segunda mitad del siglo XIX. Hoy en día, el nombre de su inventor es muy conocido, pero más por los premios de la paz y de los logros que por los explosivos.
En el siglo XVIII y principios del XIX, el creciente conocimiento de los gases y de las reacciones que los producen fue de gran importancia para la sociedad industrial moderna. No menos importante fue la producción de explosivos -sustancias que sufren reacciones que implican la liberación de calor y productos gaseosos de rápida expansión. Al fabricar pólvora negra, Antoine-Laurent Lavoisier y E. I. du Pont mejoraron una tecnología conocida por las culturas occidentales desde el siglo XIV e incluso antes en China y el Lejano Oriente. A mediados del siglo XIX se creaban explosivos mucho más potentes tratando diversas sustancias orgánicas con ácido nítrico. Entre estos nuevos explosivos estaba la dinamita, una forma estabilizada de nitroglicerina, inventada en 1867 por Alfred Nobel (1833-1896).
Años tempranos
El padre de Nobel, Immanuel, era un inventor-empresario sueco. Cuando Alfred era todavía un niño, Immanuel trasladó su negocio y su familia a San Petersburgo, Rusia, donde suministró al ejército ruso material de guerra, incluidas las primeras minas submarinas. Alfred y sus hermanos fueron educados en casa por tutores suecos y rusos en química y otras materias. Alfred llegó a dominar la química, pero también ambicionaba convertirse en escritor. En parte para disuadirle de esto último, su padre financió los viajes y estudios de su hijo de 16 años en Europa, incluyendo una estancia de algunos meses en el laboratorio parisino de Théophile Pelouze, donde Nobel compartió espacio de trabajo con un químico italiano, Ascanio Sobrero, que había preparado por primera vez la nitroglicerina en 1846.
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Alfred Nobel.
Colección Edgar Fahs Smith, Centro Kislak de Colecciones Especiales, Libros Raros y Manuscritos, Universidad de Pensilvania
Dinamita
Cuando tenía 17 años, Nobel fue aprendiz en Nueva York con el inventor sueco-estadounidense John Ericsson, que más tarde construyó el Monitor, el buque de guerra acorazado de la Unión que se hizo famoso por derrotar al Merrimac de la Confederación. Cuando Nobel regresó a San Petersburgo, la fábrica familiar estaba en auge gracias a la Guerra de Crimea. Cuando la guerra terminó y la empresa entró en bancarrota, Nobel y su padre se dedicaron a desarrollar métodos para producir nitroglicerina en cantidad para su uso en la construcción. En 1862, Nobel inició su fabricación en una pequeña planta a las afueras de Estocolmo, una empresa que costó la vida a su hermano menor, Emil. Nobel perseveró en su objetivo de desarrollar un explosivo de nitroglicerina seguro, inventando primero el fulminante y descubriendo después que una tierra silícea, el kieselguhr, estabilizaría la nitroglicerina, fabricando así la dinamita.
La fortuna de la destrucción
Nobel se hizo rico creando empresas y vendiendo los derechos de patente de la dinamita y productos relacionados en todo el mundo. La compañía DuPont, en Estados Unidos, se convirtió en una de las principales empresas asociadas a Nobel. En 1875 creó la gelatina de voladura, una suspensión coloidal de nitrocelulosa en glicerina, y en 1887 la balistita, una pólvora casi sin humo especialmente adecuada para propulsar proyectiles militares. Nobel, el hombre que había intentado que el manejo de los explosivos fuera seguro para los trabajadores, estaba profundamente preocupado por la destructividad de sus inventos y se preocupó por establecer la paz en todo el mundo.
Nobel murió en 1896, dejando su considerable patrimonio como dotación para los premios anuales de química, física, medicina o fisiología, literatura y paz, que representaban sus intereses de toda la vida.
La información contenida en esta biografía fue actualizada por última vez el 13 de diciembre de 2017.