Crisis de los misiles en Cuba
Fotografía aérea del sitio de lanzamiento del misil balístico de medio alcance (MRBM) 1 cerca de San Cristóbal, Cuba, tomada el 25 de octubre de 1962.
Departamento de Defensa de EE.UU./Biblioteca Presidencial John F. Kennedy Presidential Library
Aunque la práctica del brinkmanship ha existido probablemente desde los albores de la historia de la humanidad, el origen de la palabra proviene de una entrevista de la revista Life en 1956 con el ex secretario de Estado de EE.UU. John Foster Dulles, en la que afirmaba que, en diplomacia, «La capacidad de llegar al borde sin entrar en la guerra es el arte necesario… si tienes miedo de ir al borde, estás perdido». En respuesta, el político y diplomático estadounidense Adlai Stevenson se burló del «brinkmanship» de Dulles por considerarlo temerario. El término se utilizó repetidamente durante la Guerra Fría, un periodo caracterizado por las tensas relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Marcó un cambio significativo en la conducción de la política exterior. Mientras que la interacción entre los Estados se basaba anteriormente en el equilibrio de poder -en gran medida basado en el poder económico y militar de un Estado y en el deseo de evitar cualquier cambio importante en el statu quo-, la posesión de armas nucleares por parte de un Estado creó un conjunto completamente nuevo de herramientas de política exterior, que podía utilizar para influir en otros.
Quizás el caso mejor documentado de brinkmanship fue la colocación de misiles nucleares por parte de la Unión Soviética en Cuba en 1962 y la respuesta de Estados Unidos, que ahora se conoce como la crisis de los misiles cubanos. El primer ministro soviético Nikita Khrushchev intentó defender a Cuba de Estados Unidos y ampliar el poder estratégico soviético en la región colocando secretamente misiles balísticos de alcance medio e intermedio en Cuba, que amenazaban gran parte del territorio continental de Estados Unidos. En lugar de ganar una posición de ventaja sobre Estados Unidos, las maniobras de Khrushchev casi llevaron a Estados Unidos y a la Unión Soviética a una guerra nuclear. La crisis concluyó después de que el presidente estadounidense John F. Kennedy revelara la presencia de las armas de Jruschov y ordenara una «cuarentena» (o bloqueo) naval alrededor de Cuba, lo que hizo que la Unión Soviética retirara sus misiles.