Contratos 101: Hacer un contrato legalmente válido

Muchos contratos están llenos de un galimatías legal alucinante, pero no hay razón para que esto sea así. Para la mayoría de los contratos, la jerga legal no es esencial o incluso útil. Por el contrario, los acuerdos que querrá incluir en un contrato escrito se expresan mejor en un inglés sencillo y cotidiano.

La mayoría de los contratos sólo necesitan contener dos elementos para ser legalmente válidos:

  • Todas las partes deben estar de acuerdo (después de que una parte haya hecho una oferta y la otra la haya aceptado).
  • Debe intercambiarse algo de valor -como dinero en efectivo, servicios o bienes (o una promesa de intercambiar dicho artículo)- por otra cosa de valor.
  • ¿Debe un contrato constar por escrito? En algunas situaciones, los contratos deben constar por escrito para ser válidos. Las leyes estatales suelen exigir contratos por escrito para las transacciones inmobiliarias o los acuerdos que vayan a durar más de un año. Tendrá que comprobar las leyes de su estado para determinar exactamente qué contratos deben hacerse por escrito. Pero incluso si no es un requisito legal, siempre es una buena idea poner los acuerdos comerciales por escrito, ya que los contratos verbales pueden ser difíciles o imposibles de probar.

    Veamos más de cerca los dos elementos contractuales requeridos: el acuerdo entre las partes y el intercambio de cosas de valor.

    Acuerdo entre las partes

    Aunque parezca una obviedad, un elemento esencial de un contrato válido es que todas las partes deben estar de acuerdo en todas las cuestiones importantes. En la vida real, hay muchas situaciones que difuminan la línea entre un acuerdo completo y una discusión preliminar sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. Para ayudar a aclarar estos casos límite, la ley ha desarrollado algunas reglas que definen cuándo existe legalmente un acuerdo.

    Oferta y aceptación

    La regla más básica del derecho contractual es que existe un contrato legal cuando una parte hace una oferta y la otra la acepta. Para la mayoría de los tipos de contratos, esto se puede hacer de forma oral o por escrito.

    Digamos, por ejemplo, que usted está buscando una imprenta para producir folletos para su negocio. Una imprenta le dice (o envía un fax, o un correo electrónico) que imprimirá 5.000 de sus folletos en dos colores por 300 dólares. Esto constituye su oferta.

    Si le dices al impresor que siga adelante con el trabajo, habrás aceptado su oferta. A los ojos de la ley, cuando le dices al impresor que siga adelante creas un contrato, lo que significa que eres responsable de tu parte del trato (en este caso, el pago de 300 dólares). Pero si le dices al impresor que no estás seguro y que quieres seguir comprando (o ni siquiera respondes, por cierto), no has aceptado la oferta, y no se ha llegado a ningún acuerdo.

    Pero si le dices al impresor que la oferta te parece estupenda, excepto que quieres que el impresor utilice tres colores en lugar de dos, no se ha hecho ningún contrato. Esto se debe a que usted no ha aceptado todos los términos importantes de la oferta. En realidad, has cambiado una de las condiciones de la oferta. (Dependiendo de su redacción, es probable que haya hecho una contraoferta, que se discute más adelante.)

    Cuando se produce la aceptación

    En el día a día de los negocios, los pasos aparentemente simples de la oferta y la aceptación pueden llegar a ser bastante enrevesados. Por ejemplo, a veces una oferta no se acepta de forma rápida e inequívoca; la otra parte puede querer pensárselo durante un tiempo o intentar conseguir un trato mejor. Y antes de que la otra parte acepte su oferta, usted puede cambiar de opinión y querer retirarla o modificarla. Retrasar la aceptación de una oferta y revocar una oferta, así como hacer una contraoferta, son situaciones comunes que pueden llevar a la confusión y al conflicto. Para minimizar el potencial de una disputa, aquí hay algunas reglas generales que debe entender y seguir.

    Cuánto tiempo permanece abierta una oferta

    A menos que una oferta incluya una fecha de vencimiento establecida, permanece abierta durante un tiempo «razonable». Lo que es razonable, por supuesto, está abierto a la interpretación y variará dependiendo del tipo de negocio y de la situación de hecho particular.

    Para no dejar lugar a dudas sobre cuándo la otra parte debe tomar una decisión, la mejor manera de hacer una oferta es incluir una fecha de caducidad.

    Si quiere aceptar la oferta de otra persona, el mejor enfoque es hacerlo lo antes posible, mientras no hay duda de que la oferta sigue abierta. Tenga en cuenta que hasta que no acepte, la persona o empresa que hizo la oferta -llamada oferente- puede revocar la oferta.

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