Pero los partidarios de la propuesta de Sucre, que han protagonizado protestas callejeras y huelgas de hambre, ya han conseguido una especie de victoria al convertir su campaña en el proyecto más polémico de una asamblea convocada aquí para reescribir la Constitución de Bolivia, distrayendo a los delegados de las propuestas que acelerarían los desafíos del Sr. Preocupados por su seguridad, ya que las protestas callejeras se han intensificado aquí la semana pasada, los delegados de la asamblea declararon un receso de un mes durante el fin de semana. Esa decisión, combinada con un fallo judicial que permite a la asamblea retomar la propuesta de Sucre, animó a los manifestantes y a los huelguistas de hambre a poner fin a sus protestas.
«La oposición sacó un conejo de la chistera con la demanda de Sucre de trasladar la capital», dijo Jim Shultz, analista político en la ciudad central de Cochabamba.
Impulsada por el apoyo mayoritario al señor Morales, la asamblea fue convocada hace un año con el sueño de forjar medidas destinadas a sacar a los pueblos indígenas de Bolivia de siglos de privaciones y servidumbre. Las propuestas van desde rebautizar Bolivia con un nombre indígena, Qollasuyo, hasta permitir la reelección indefinida de Morales.
Los políticos de las provincias de las tierras bajas rechazan estas ideas, alegando que Morales es una marioneta de su aliado más cercano, el presidente Hugo Chávez de Venezuela. Y mientras el este de Bolivia sigue siendo un centro para los grupos antigubernamentales y se habla de separatismo, Sucre se ha convertido en un punto de inflamación de los esfuerzos para cincelar la influencia del presidente.