Respuesta inflamatoria: Tipo fundamental de respuesta del organismo a la enfermedad y las lesiones, una respuesta caracterizada por los signos clásicos de «dolor, calor, rubor y tumor»: dolor, calor (calor localizado), enrojecimiento e hinchazón.
Inumerables agresiones (una picadura de mosquito, una astilla, una infección vírica, un hematoma, un hueso roto) pueden desencadenar una respuesta inflamatoria y enviar células y sustancias químicas al lugar para reparar el daño. La inflamación es una parte clave del sistema de defensa del organismo, una respuesta protectora indispensable del sistema de autodefensa del cuerpo.
La inflamación aguda es de corta duración, ya que sólo dura unos días. Si dura más tiempo, se denomina inflamación crónica. La inflamación crónica puede durar semanas, meses o más.
Paradójicamente, el propio proceso inflamatorio puede causar daños en los tejidos mientras se dedican a su curación y reparación. Así, la inflamación puede desempeñar un papel en trastornos tan diversos como la enfermedad de Alzheimer, la meningitis, la aterosclerosis, la fibrosis quística, el asma, la cirrosis hepática, la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), la diabetes, la osteoporosis y la psoriasis.
Para más información, consulte: Inflamación.
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