Los especialistas del Centro de pie y tobillo diabético de NYU Langone tienen experiencia en el diagnóstico del pie de Charcot. En esta enfermedad, se producen múltiples fracturas y, posiblemente, dislocaciones articulares en el pie y el tobillo. Sin tratamiento, los huesos pueden alinearse de forma irregular o pueden colapsarse, lo que resulta en cambios permanentes en la forma del pie.
Las personas con pie de Charcot también tienen neuropatía periférica, que es la disminución de la sensibilidad nerviosa en las extremidades externas. Este tipo de daño nervioso puede impedir que una persona sienta el dolor asociado a una lesión en el pie. La neuropatía periférica es una complicación común de la diabetes, una enfermedad en la que el cuerpo tiene problemas para regular los niveles de azúcar en la sangre.
No todas las personas con pie de Charcot tienen diabetes. El daño nervioso asociado al pie de Charcot puede producirse como resultado de una serie de otras afecciones. Pero se diagnostica con mayor frecuencia en quienes tienen neuropatía periférica, además de diabetes.
Síntomas y signos
Los síntomas y signos del pie de Charcot no siempre son evidentes, especialmente al principio. A menudo, las personas que padecen la enfermedad no pueden sentir el dolor o las molestias que normalmente indicarían un problema.
Pueden ver enrojecimiento o hinchazón en el pie, o pueden notar que hay zonas del pie que están calientes al tacto. Estos signos imitan los de una infección, pero pueden indicar la presencia de pequeñas fracturas en los huesos del pie.
A medida que la afección avanza, pueden ser visibles deformaciones más graves en el pie. Algunas personas pueden notar cambios en la forma del pie, como un aplanamiento del arco en el centro del pie, o una tendencia a que el interior del pie se gire hacia arriba y no quede plano en el suelo. El pie de Charcot puede producirse también en el tobillo.
El diagnóstico temprano es crucial para un tratamiento eficaz. Seguir poniendo peso en un pie lesionado puede impedir que la fractura se cure y, con el tiempo, empeorar el problema. Si nota enrojecimiento, hinchazón o calor, o siente dolor o molestias al caminar, debe acudir al médico lo antes posible.
Tener pie de Charcot también aumenta el riesgo de que se produzca una llaga abierta llamada úlcera en el pie. Los cambios en la forma del pie resultantes de las fracturas pueden provocar fricción entre el pie y un zapato estándar, causando ampollas que pueden progresar hasta convertirse en úlceras.
La desalineación de los huesos del pie también puede cambiar la forma en que se distribuye el peso del cuerpo durante el movimiento. Para compensar una debilidad, puede desplazar el peso del cuerpo a otras zonas del pie, añadiendo presión y aumentando el riesgo de una irritación o ampolla.
Debido a que una persona con neuropatía periférica tiene disminuida la sensibilidad en los pies, una ampolla o un corte pueden pasar desapercibidos. Sin tratamiento, incluso una pequeña ampolla puede convertirse en una herida grave en cuestión de días.
La reducción del flujo sanguíneo a los pies -otra complicación común de la diabetes- puede impedir que una úlcera se cure, y una úlcera puede persistir durante semanas o más. Las úlceras crónicas en los pies pueden ser muy difíciles de tratar.
Si una herida se infecta, puede desplazarse hasta el hueso y comprometer la salud del pie. En muy raras ocasiones, esto puede requerir la amputación de un pie.
Para confirmar el diagnóstico de pie de Charcot, los médicos del NYU Langone realizan una historia clínica, un examen físico y evalúan los resultados de las pruebas de diagnóstico por imagen.
Historia médica y examen físico
Su médico le pregunta cuándo fue la primera vez que experimentó dolor, hormigueo o entumecimiento en el pie y cuándo fue la primera vez que notó una ampolla, un corte o una irritación de la piel.
También le pregunta si tiene alguna afección médica, como, por ejemplo, o además de la diabetes. Por ejemplo, la osteoporosis es una enfermedad común entre las mujeres posmenopáusicas. Hace que los huesos se vuelvan débiles y frágiles. En una persona con neuropatía periférica, esto puede aumentar el riesgo de que se produzcan pequeñas fracturas en el pie que pasen desapercibidas.
Durante un examen físico, un médico evalúa sus pies para detectar cambios en la apariencia que puedan indicar daños en los huesos o en las articulaciones. También inspecciona el pie, los dedos y las uñas en busca de ampollas, cortes, arañazos o uñas encarnadas.
Es posible que le pidan que se ponga de pie y camine, para que el médico pueda evaluar cómo se distribuye el peso de su cuerpo entre los huesos y las articulaciones de los pies. Una cojera puede indicar un daño estructural.
Rayos X
Los médicos utilizan rayos X, que producen imágenes de las estructuras internas del cuerpo, para examinar los huesos y las articulaciones del pie. Una radiografía puede revelar una fractura ósea o una dislocación de la articulación relacionada con el pie de Charcot, así como cualquier cambio en la forma, o la alineación, del pie.
Resonancias Magnéticas
Las resonancias magnéticas utilizan un campo magnético y ondas de radio para crear imágenes tridimensionales computarizadas de los tejidos blandos del interior del cuerpo. Las imágenes de RMN pueden revelar inflamación, que puede ser un signo de infección. La inflamación también puede indicar pequeñas fracturas óseas asociadas al pie de Charcot.