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Un pescador sardo. Utilizando el ADN de hombres de la isla, los investigadores han reconstruido un árbol de descendencia paterna.
El Libro del Génesis sitúa a Adán y Eva juntos en el Jardín del Edén, pero la versión de los genetistas del dúo -los antepasados hasta los que se pueden rastrear los cromosomas Y y el ADN mitocondrial de los humanos actuales- se creía que habían vivido con decenas de miles de años de diferencia. Ahora, dos importantes estudios sobre los cromosomas Y de los humanos modernos sugieren que el «Adán del cromosoma Y» y la «Eva mitocondrial» podrían haber vivido más o menos al mismo tiempo después de todo1, 2.
Cuando el tamaño global de la población no cambia (como es probable que haya ocurrido durante largos períodos de la historia humana), los hombres tienen, de media, un solo hijo. En este caso, la teoría evolutiva predice que para un hombre determinado existe una alta probabilidad de que su línea paterna llegue a su fin. Todos sus descendientes masculinos habrán heredado los cromosomas Y de otros hombres. De hecho, es muy probable que, en algún momento del pasado, todos los hombres, excepto uno, poseyeran cromosomas Y que ahora se han extinguido. Por lo tanto, todos los hombres que viven en la actualidad tendrían un cromosoma Y que desciende de ese hombre, identificado como el Adán del cromosoma Y. (La referencia bíblica es un poco errónea porque este Adán no era, ni mucho menos, el único hombre vivo en su época.)
De forma similar, la teoría predice que todos los genomas mitocondriales actuales deberían poder rastrearse hasta una única mujer, una «Eva mitocondrial». Mientras que el cromosoma Y se transmite de padre a hijo, el ADN mitocondrial (ADNmt) se transmite de madre a hija e hijo.
En 1987, los genetistas de poblaciones demostraron por primera vez la existencia de esa «Eva mitocondrial «3. Tras analizar el ADNmt de 147 personas de todo el mundo para trazar sus relaciones genéticas, utilizaron un «reloj molecular», basado en el número de mutaciones del ADN que surgen con cada generación, para estimar la edad de Eva. Los investigadores concluyeron que esta mujer vivió probablemente en África hace unos 200.000 años. El hallazgo aportó pruebas a la teoría de que los humanos modernos evolucionaron en África antes de migrar a otros continentes.
Sin embargo, estudios comparables descubrieron posteriormente que Adán, el ancestro común de la porción del cromosoma Y que pasa de padres a hijos, vivió hace aproximadamente 100.000 años. Es posible que Adán y Eva vivieran con una diferencia de eones, y los genetistas han dado varias explicaciones al respecto.
Carlos Bustamante, genetista de poblaciones de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, que dirigió uno de los últimos estudios, dice que el azar podría explicar la discrepancia entre las edades de Adán y Eva. La poligamia también podría ayudar a explicar la diferencia, dice. El cálculo de cuándo vivieron Adán o Eva depende del número de adultos reproductores de una población, y la poligamia reduce el número de varones que transmiten sus cromosomas Y, lo que sesga la estimación.
Bustamante y su equipo secuenciaron los cromosomas Y de 69 varones de todo el mundo y descubrieron unas 9.000 variaciones en la secuencia de ADN desconocidas hasta entonces. Utilizaron estas variaciones para crear un reloj molecular más fiable y descubrieron que Adán vivió hace entre 120.000 y 156.000 años. Un análisis comparable de las secuencias de ADNmt de los mismos hombres sugirió que Eva vivió hace entre 99.000 y 148.000 años1. «Esta idea de un ancestro común muy reciente de todos los hombres no es tan cierta», afirma Bustamante.
Mientras tanto, un equipo dirigido por Paolo Francalacci, genetista de poblaciones de la Universidad de Sassari (Italia), llegó a una conclusión similar al estudiar los cromosomas Y de 1.200 hombres de la isla de Cerdeña. El equipo identificó casi 7.000 variaciones del cromosoma Y desconocidas hasta entonces y utilizó ese detalle para crear su propio reloj molecular. El reloj ayudó a precisar acontecimientos clave de la historia de Cerdeña, como el surgimiento de poblaciones neolíticas y la llegada de africanos en el marco del comercio de esclavos romano. También sugirió que Adán vivió hace 180.000-200.000 años, similar a las estimaciones iniciales de la edad de Eva2.
Francalacci dice que la diferencia entre las estimaciones de la edad de Adán de los dos estudios podría deberse a las diferentes poblaciones que estudiaron y a cómo se calcularon los relojes moleculares. Bustamante dice que, en general, los dos trabajos coinciden bien. «No es tanto que estemos desplazando las mitocondrias hacia abajo -que lo hacemos, un poco- sino que estamos empujando el Y más atrás», dice.
En los últimos años, muchos genetistas de poblaciones se han centrado en la interpretación del resto del genoma -los autosomas- porque proporciona una imagen más rica y complicada. Pero los últimos estudios sugieren que el cromosoma Y sigue siendo útil para estudiar la historia de la humanidad, afirma Bustamante. Su equipo ha calculado que el cromosoma obtiene una nueva mutación aproximadamente cada 125 años, lo que permite a los genetistas saber cuándo se separaron dos poblaciones estrechamente relacionadas o qué grado de parentesco existe entre primos lejanos.
«Cuando empezamos este proyecto pensé: ‘Oh, hum-hum, vamos a secuenciar algunos cromosomas Y y este es un territorio bien trillado’, pero cada vez es más emocionante», afirma.
En febrero, por ejemplo, investigadores dirigidos por Michael Hammer, genetista de poblaciones de la Universidad de Arizona en Tucson, informaron del descubrimiento de una familia afroamericana cuyos cromosomas Y no parecen descender directamente de los de Adán4. Una posible explicación es que el cromosoma Y proceda de una especie humana arcaica que se cruzó con el Homo sapiens hace decenas de miles de años.
Sin embargo, Hammer considera que la discrepancia entre la edad del Adán Y y la de la víspera mitocondrial es una «pista falsa», y él, como muchos otros genetistas de poblaciones, se eriza ante el uso de nombres bíblicos. Debido a la naturaleza aleatoria de la genealogía, dice, es improbable que dos linajes genéticos diferentes tengan ancestros comunes que vivieron en la misma población al mismo tiempo.