El camino de baldosas rojas de Oz: una novela gráfica

La princesa Langwidere de Ozma de Oz, con ilustraciones de J R Neill.

Ahora debo explicaros que la princesa Langwidere tenía treinta cabezas, tantas como días tiene el mes. Pero, por supuesto, sólo podía llevar una de ellas a la vez, porque sólo tenía un cuello. Estas cabezas se guardaban en lo que ella llamaba su «gabinete», que era un hermoso vestidor que se encontraba justo entre el dormitorio de Langwidere y el salón con espejos. Cada cabeza estaba en un armario separado forrado de terciopelo…

Cuando la Princesa se levantaba de su cama de cristal por la mañana, iba a su gabinete, abría uno de los armarios forrados de terciopelo y cogía la cabeza que contenía de su estante dorado. Luego, con la ayuda del espejo que había dentro de la puerta abierta, se ponía la cabeza -tan pulcra y recta como era posible- y después llamaba a sus criadas para que la vistieran para el día. Siempre llevaba un sencillo traje blanco, que se adaptaba a todas las cabezas. Ya que, al poder cambiar su rostro cuando lo deseaba, la Princesa no tenía interés en llevar una variedad de vestidos, como tienen otras damas que se ven obligadas a llevar el mismo rostro constantemente.

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