Engañando a Dios

por Gene Taylor

Las Escrituras nos advierten que no debemos ser engañados (1 Cor. 6:9; 15:33). Podemos ser engañados de muchas maneras, pero una de las principales fuentes de engaño es el yo. Encontramos formas de evitar enfrentarnos a la verdad desagradable y de racionalizar la culpa personal.

Es una tontería tratar de engañarnos a nosotros mismos. Gálatas 6:7-9 toca algunas ilusiones comunes entre los que profesan ser cristianos. Tristemente, los que tratan de engañarse a sí mismos y a los demás con estas cosas, de alguna manera piensan que Dios también será engañado por ellos.

Dios no puede ser burlado

Burlarse es «levantar la nariz, burlarse, tratar con desprecio, se usa en voz pasiva… no significa que los hombres no se burlen de Él; el Apóstol contrasta vívidamente la diferencia esencial entre Dios y el hombre. Es imposible imponerse a Aquel que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (W.E. Vine, Expository Dictionary of New Testament Words, p. 760).

Dios no se burla en el sentido de que no puede ser engañado (Heb. 4:12-13). Acán ocultó su pecado a los demás, pero Dios no se burló (Josué 7). Guejazi, el siervo de Eliseo, trató de obtener un beneficio personal mintiendo, pero Dios no se burló (2 Reyes 5:20-27). Jonás trató de huir de Él pero Dios no se burló.

La Ley de la Cosecha de Dios no se puede romper

Todos los frutos de nuestra conducta no son inmediatos

De hecho, debemos mirar principalmente más allá del presente para obtener recompensa. Pablo dijo: «Porque considero que los sufrimientos de este tiempo no son dignos de compararse con la gloria que se ha de manifestar en nosotros» (Rom. 8:18). Y añadió: «Porque nuestra ligera aflicción, que es momentánea, nos produce un peso de gloria mucho más grande y eterno» (1 Cor. 4:17). Nunca hay que confundir la tolerancia actual de Dios con una cosecha completa. Algunos pensaban erróneamente así en los tiempos del Nuevo Testamento. El apóstol Pedro los corrigió diciendo: «El Señor no es negligente en cuanto a su promesa, como algunos la tienen por negligente, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche, en el que los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos se fundirán con gran calor; tanto la tierra como las obras que hay en ella serán quemadas» (2 Pe. 3:9-10). Los jóvenes pueden escapar de la ira de sus padres, de la ley y de la sociedad, pero no escaparán del juicio de Dios. Los mundanos pueden pensar que se han «librado del pecado» si no reciben un castigo inmediato o si su pecado es condonado por los hermanos, pero tal no es el caso.

Conclusión

Todos debemos darnos cuenta de que Dios no se burlará, ni en esta vida ni en la eternidad. Él no se deja engañar por nuestros ingeniosos engaños. Cosecharemos lo que sembramos. Por lo tanto, debemos obedecer a Dios.

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