En diciembre de 2001, se llevó a cabo una peligrosa operación en Birmingham para separar a las gemelas unidas de tres meses, Sanchia y Eman Mowatt. Comenzaron su vida en el foco de atención de los medios de comunicación de todo el mundo, tal era la rareza de su situación. ¿Qué hacen hoy las hermanas de 19 años que desafiaron los pronósticos médicos?
Según los médicos, se sintió un «ligero temblor» en el quirófano, y una ovación estalló en la sala. Al final de la laboriosa intervención de 16 horas, las dos niñas fueron separadas. Habían pasado sus primeros tres meses unidas por la columna vertebral.
Fue un día extraordinario en el Hospital Infantil de Birmingham: la primera vez que se realizaba una operación de este tipo en el Reino Unido, y sólo la tercera en el mundo.
También era un riesgo extremadamente alto: la tasa de supervivencia de los gemelos unidos separados es de entre el 5 y el 25%. Incluso si hubieran superado la operación, una o ambas niñas podrían haber quedado paralizadas mientras los neurocirujanos separaban meticulosamente sus espinas dorsales.
Pero, felizmente, la operación fue todo un éxito. Los padres de Sanchia y Eman, eufóricos y aliviados, Emma y David, pudieron por fin sostener a una hija cada uno. Los medios de comunicación de todo el mundo captaron los primeros abrazos individuales de la familia.
Sanchia y Eman están ahora en la universidad, junto con su hermana pequeña Damaris, que nació sólo 11 meses después de las gemelas y ha estado junto a ellas durante sus extraordinarias -y sin embargo decididamente ordinarias- vidas.
«La gente no habla mucho de sus historias de siameses, pero es a lo que estamos acostumbrados», dice Eman, reflexionando sobre su llegada al mundo.
Los médicos predijeron que las hermanas podrían llevar una vida normal si las separaban con éxito. Ambas tienen espina bífida pero, con una pierna débil cada una, no se sabía cómo afectaría esto a su desarrollo.
«No sabían si íbamos a caminar», dice Sanchia. «Cuando lo hicimos, la gente dijo que era un milagro.»
Fue Sanchia la primera en desafiar las expectativas, con dos años de edad, y Eman le siguió cinco semanas más tarde. En poco tiempo, ya correteaban por la casa de la familia en Great Barr, un suburbio de Birmingham.
Los primeros años de vida fueron una mezcla de escuela primaria, viajes de ida y vuelta al hospital y alguna que otra aparición en televisión para hablar de sus progresos.
«Sabíamos desde pequeños que éramos diferentes: citas en el hospital, operaciones, y que no podíamos hacer todo lo que hacían nuestros amigos», recuerda Eman, aunque asegura que sus jóvenes compañeros de clase «aceptaban muy bien» su situación, y que disfrutan de amistades que se mantienen hasta hoy.