Imaginería poética, el lenguaje sensorial y figurativo utilizado en la poesía.
El objeto o la experiencia que contempla un poeta suele ser percibido por éste en relación con algún segundo objeto o acontecimiento, persona o cosa. Se puede pensar que el poeta transfiere desde este segundo objeto ciertas cualidades, que luego son percibidas como atributos del objeto original, siendo la intención del poeta decorar, iluminar, enfatizar o renovar mediante tales transferencias el carácter original de lo contemplado. El hacer o encontrar la imagen es una actividad por la que el poeta invita al lector a establecer ciertas relaciones, que a su vez implican juicios de valor.
La imagen y el símbolo son, en un sentido, el resultado del impulso del poeta para percibir la unidad en la diversidad o para reunir una serie de experiencias aparentemente no relacionadas o para comunicar a través de sus declaraciones sumergidas o penumbrosas significados que están más allá de los recursos del lenguaje directo. Las imágenes también difieren en la profundidad o complejidad de los significados implícitos, así como en su propósito y origen, y pueden derivar fuerza y vitalidad adicionales de su relación contextual con otras imágenes en el poema.
El siguiente es un símil de «The Exequy» (1624) del poeta y obispo inglés Henry King sobre la muerte de su joven esposa:
¡Pero escucha! Mi pulso como un suave tambor
Suena mi aproximación, te dice que vengo….
El «suave tambor», junto con la «aproximación», sugiere tanto la avanzadilla del ejército que se acerca a los alojamientos para la noche como el lento, inexorable y bienvenido progreso del poeta hacia la muerte y el reencuentro.
Si la misma imagen se utiliza constantemente a lo largo de un poema, puede ser apropiado llamarla símbolo. También puede pensarse en términos de correspondencias; el poeta percibe que una persona, un acontecimiento, un objeto o un mito encarnan una serie de significados, a los que, por tanto, se dirige la atención del lector. Los símbolos religiosos son algunos de los ejemplos más conocidos. Otros símbolos utilizados con frecuencia en la poesía son los pájaros, las bestias y los reptiles, los cuerpos celestes, el mar y el desierto, el bosque y el río, la música y la danza, y los artefactos de muchos tipos.
Ciertas metáforas y símbolos, por ser identificables en toda la literatura mundial, se han denominado arquetípicos. Su uso continuado ha sugerido a algunos estudiosos de la literatura que corresponden a aspectos profundos y perennes de la situación humana. Entre ellos se encuentran muchos mitos, como el descenso a los infiernos, la matanza del dragón y el rescate del castillo encantado; las flores de todo tipo, que a menudo simbolizan la feminidad o sus virtudes; la torre, el árbol, la cueva; el viaje por mar; y la fuente o el pozo.