Jeremías fue uno de los principales profetas de la Biblia cuya vida y dichos se recogen en el libro bíblico que lleva su nombre. Sus profecías, entre las más descarnadas y pesimistas de toda la literatura bíblica, tenían como objetivo reprender a los judíos que se habían entregado a la idolatría y la depravación. La palabra inglesa «jeremiad», que significa queja o lamento, es una derivación del nombre del profeta.
La principal fuente de información sobre la vida de Jeremías es el Libro bíblico de Jeremías, que registra que Jeremías nació en una familia sacerdotal de Anatot. Su ministerio comenzó en el año 13 del reinado del rey Josías, que gobernaba la tierra de Judea en el siglo VII a.C.
Jeremías vivió en una época de profunda agitación en la historia judía, sobre todo con la destrucción del Primer Templo en el 586 a.C. y el exilio del pueblo judío a Babilonia. Gran parte del Libro de Jeremías es una larga diatriba contra el pueblo por su falta de fe y advertencias ominosas de la destrucción que vendrá si no se enmiendan sus caminos. El propio Jeremías fue despreciado por el pueblo al que predicaba, arrestado, golpeado y abandonado en una fosa. El rey Sedequías, el último gobernante de Judá, lo hizo encarcelar por advertir de la caída de Jerusalén. Finalmente, Jeremías fue exiliado a Egipto, donde acabó muriendo. Según la tradición judía, Jeremías fue también el autor del Libro de las Lamentaciones, el doloroso relato de la destrucción de Jerusalén que se lee en el día de ayuno de Tisha B’av.
Los primeros capítulos del Libro de Jeremías están cargados de imágenes de muerte y dispersión. «Los cadáveres de este pueblo serán alimento para las aves del cielo y las bestias de la tierra, sin que nadie los espante», advierte el profeta en un pasaje emblemático. «Y silenciaré en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén el sonido del júbilo y la alegría, la voz del novio y la novia. Porque toda la tierra caerá en la ruina»
Pero la suya era también una visión de esperanza. A lo largo de las advertencias proféticas de Jeremías se encuentran las promesas de que el regreso a Dios conducirá a las bendiciones divinas y que Dios finalmente honrará su pacto con el pueblo judío. En uno de los pasajes más famosos del Libro de Jeremías, el profeta compra un campo mientras los ejércitos de Babilonia asedian Jerusalén, un gesto que ha llegado a representar la esperanza en la fidelidad de Dios hacia su pueblo. Los últimos capítulos del Libro de Jeremías reiteran una y otra vez la promesa de Dios de redimir al pueblo de Israel y devolverlo a su antigua tierra.