Cuando mi abuela falleció empezó a venirme en sueños. En cada uno de estos sueños estaba vestida de pies a cabeza con uno de sus mejores trajes a juego, llevando un lápiz de labios rojo brillante, como todos la recordamos.
Y en estos sueños, ella sostenía un regalo. Estaba cuidadosamente envuelto con mi nombre. Pero en el sueño nunca llegaba al momento de abrir el regalo.
En mi vida de vigilia, esto me hizo empezar a pensar en todos los regalos que mi abuela me había hecho en mi vida…
Cuando era niña eran regalos de alegría y dulzura. De tarjetas de cumpleaños, galletas calientes de navidad, arándanos y mi favorito personal, pastel de seda de chocolate.
Cuando crecí compartió conmigo los dones de la dedicación y la atención al detalle mientras me enseñaba a coser y a tejer. Me mostró, a través de su propio amor y compromiso, la belleza que podía crear con sus manos.
Cuando era joven compartió conmigo dones de coraje y fuerza. Me mostró que podía enfrentar mis miedos.
Siempre recordaré la vez que mi hermana y yo llegamos a su casa y nos dijo: «¡Chicas, creo que hay un ratón en mi cuarto, vengan a ayudarme a sacarlo!»
Grammy ya estaba perdiendo la vista en ese momento, y ese ratón resultó ser un murciélago, colgado justo en el borde de su cama.
Grammy fue a buscar un guante de esquí y nos dijo que cogiéramos el bate y lo tiráramos por la ventana.
Mi hermana y yo nos miramos. «¡La tiras tú! No tú!» Mientras nos empujábamos el guante de un lado a otro, la abuela se puso el otro guante, cogió el bate y lo lanzó por la ventana.
«¡No hay nada que temer chicas!», sonrió.
Pero en su fallecimiento, mi abuela me dio regalos mucho más profundos, regalos de autorreflexión y autoindagación.
En los últimos días en los que la cogí de la mano, recordé lo precioso de la vida.
Recordé que un día yo también pasaré.
Y me pregunté: «¿Cómo deseo vivir?»
«¿Quiero que me retenga el miedo o el resentimiento?»
«¿O quiero vivir cada día con amor, perdón y generosidad?»
Me pregunté:
¿Estoy haciendo todo lo que quiero?
¿He hablado y le he dicho a los que quiero lo que siento?
¿Hay algo que deba dejar ir y que ya no me sirva?
¿Hay algo que esté posponiendo o reteniendo?
¿Estás honrando plenamente el tuyo?
¿O hay sueños que se quedaron sin cumplir? ¿O palabras no dichas?
Mi abuela me dio muchos regalos en mi vida – regalos que iban más allá de lo físico y material.
Tómate un momento para mirar a tu alrededor. Cada uno de nosotros aquí ha sido tocado por la vida de esta mujer de alguna manera. Y ella sigue siendo un ancla en esta comunidad, uniéndonos.
Hoy, os invito a reflexionar sobre los dones que esta increíble mujer puede haber traído a vuestra vida y os pido, que salgáis y compartáis vuestros dones con los demás.
iv