Comprender el estrés puede ayudarle a saber más rápidamente cuándo necesita ayuda.
El estrés es nuestra respuesta incorporada al peligro, una oleada de hormonas mientras elegimos entre luchar, huir o congelar. El peligro puede ser real o imaginario, inmediato o lejano; nuestro cuerpo no distingue la diferencia.
Según la Asociación Americana de Psicología, los tres tipos de estrés -el estrés agudo, el estrés agudo episódico y el estrés crónico- pueden hacer que nos sintamos desubicados o incluso enfermos, pero el estrés crónico a menudo se ignora.
Estrés agudo. Conoces la sensación cuando vas retrasado en una fecha de entrega aparentemente importante y entonces recibes una llamada del colegio de tu hijo pidiéndote que pases por allí o apenas te pierdes un grave accidente de tráfico.
Tu corazón puede acelerarse y tu presión arterial puede subir. Su sensación de emergencia podría desencadenar una migraña o incluso dolor en el pecho.
Otros posibles síntomas incluyen irritabilidad, ansiedad, tristeza, dolores de cabeza, dolor de espalda y problemas intestinales. Estos pueden aparecer durante un corto periodo de tiempo y remitir cuando el estrés disminuye.
Nuestra mente extiende el estrés agudo. Una discusión reciente puede repetirse en tu mente, manteniéndote despierto por la noche. O puede seguir preocupándose por el futuro, por una fecha límite. Podría beneficiarse de aprender técnicas para calmar su mente, pero el estrés no está interfiriendo en sus relaciones o su carrera.
Estres agudos episódicos. Algunas personas experimentan estas minicrisis con regularidad y viven en un estado de tensión. Puede que estén asumiendo demasiadas cosas o que simplemente estén sobrecargados por sus vidas. Si tiendes a preocuparte, tu cuerpo estará tenso o enfadado.
Los síntomas son similares pero se producen con más frecuencia y se acumulan.
Quizás tu empresa está mal gestionada y tu jefe está estresado, transmitiéndote las urgencias. Esos plazos ajustados siguen apareciendo.
En la vida moderna, a menudo no podemos tomar grandes acciones inmediatas para resolver nuestros problemas. En su lugar, podemos dar pequeños pasos que se acumulan con el tiempo.
Puede que necesites dedicar más tiempo a hacer ejercicio físico mientras te replanteas tus finanzas por si necesitas dejarlo. Podría necesitar la ayuda de un terapeuta para cambiar sus circunstancias o sus respuestas a ellas.
Con el tiempo, un patrón de estrés agudo episódico puede desgastar sus relaciones y su trabajo.
Ese riesgo es mayor si recurre a estrategias de afrontamiento poco saludables como beber en exceso, comer en exceso o aferrarse a malas relaciones. Muchas personas también abandonan poco a poco la búsqueda de actividades placenteras o de objetivos significativos.
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Si se gestiona mal, el estrés agudo episódico puede contribuir a enfermedades graves como las cardiopatías o la depresión clínica.
El estrés crónico. Se trata del estrés persistente que nos desgasta a lo largo de los años. Surge de problemas vitales graves que pueden estar fundamentalmente fuera de nuestro control: la pobreza, la guerra o el racismo.
Las exigencias son implacables y no sabes cuándo van a parar. Te las arreglas día a día.
Si tuviste una infancia traumática, puede que experimentes la vida como crónicamente estresante incluso cuando la superficie parece estar bien. Crees que estás perpetuamente amenazado por la pobreza o la enfermedad, incluso cuando esto no es cierto.
Ya sea que la causa se encuentre en tu mentalidad o en las circunstancias difíciles, muchas personas dejan de luchar por el cambio y comienzan a acomodarse al estrés crónico.
Es importante obtener toda la ayuda que puedas y no culparte a ti mismo – la culpa sólo te machacará más. El estrés crónico alimenta las enfermedades crónicas y agudas graves.
¿Cómo puedes utilizar realmente esta información? Cuando estás abrumado, hacer distinciones -¿qué tan malo es realmente? – puede parecer imposible o poco comprensivo. Pero distinguir entre estos tres tipos de estrés le ayudará a ver sus propias circunstancias con claridad. ¿Está reaccionando de forma exagerada, considerando una situación temporal como permanente? ¿O ha estado ignorando las señales durante años? Una vez más, culparse no servirá de nada. Conocer los tres tipos también debería ayudarte a encontrar perspectiva y a sentir más compasión por otras personas que están bajo estrés.
Una versión de esta historia aparece en Your Care Everywhere.