Objetivo de la misión
El objetivo de la misión Voyager Interestelar (VIM) es ampliar la exploración de la NASA del sistema solar más allá de la vecindad de los planetas exteriores hasta los límites exteriores de la esfera de influencia del Sol, y posiblemente más allá. Esta misión ampliada sigue caracterizando el entorno del sistema solar exterior y busca el límite de la heliopausa, los límites exteriores del campo magnético del Sol y el flujo de salida del viento solar. La penetración del límite de la heliopausa entre el viento solar y el medio interestelar permitirá realizar mediciones de los campos interestelares, las partículas y las ondas no afectadas por el viento solar.
Característica de la misión
La VIM es una extensión de la misión primaria Voyager que se completó en 1989 con el sobrevuelo cercano de Neptuno por la nave Voyager 2. Neptuno fue el último planeta exterior visitado por una nave Voyager. La Voyager 1 completó sus planeados sobrevuelos cercanos de los sistemas planetarios de Júpiter y Saturno, mientras que la Voyager 2, además de sus propios sobrevuelos cercanos de Júpiter y Saturno, completó los sobrevuelos cercanos de los dos gigantes gaseosos restantes, Urano y Neptuno.
Al inicio del VIM, las dos naves Voyager llevaban más de 12 años en vuelo, habiendo sido lanzadas en agosto (Voyager 2) y septiembre (Voyager 1) de 1977. La Voyager 1 se encontraba a una distancia de aproximadamente 40 UA (Unidad Astronómica – distancia media de la Tierra al Sol, 150 millones de kilómetros) del Sol, y la Voyager 2 estaba a una distancia de aproximadamente 31 UA.
Es apropiado considerar el VIM como tres fases distintas: la de choque de terminación, la de exploración de la heliosfera y la de exploración interestelar. Las dos naves Voyager comenzaron el VIM operando en un entorno controlado por el campo magnético del Sol, con las partículas de plasma dominadas por las contenidas en el viento solar supersónico en expansión. Este es el entorno característico de la fase de choque de terminación. A cierta distancia del Sol, el viento solar supersónico se ve frenado en su expansión por el viento interestelar. La primera característica encontrada por una nave espacial como resultado de esta interacción viento interestelar/viento solar fue el choque de terminación, en el que el viento solar disminuye su velocidad de supersónica a subsónica y se producen grandes cambios en la dirección del flujo de plasma y en la orientación del campo magnético.
La Voyager 1 está escapando del sistema solar a una velocidad de unas 3,6 UA por año, 35 grados fuera del plano de la eclíptica hacia el norte, en la dirección general del Ápice Solar (la dirección del movimiento del Sol en relación con las estrellas cercanas). La Voyager 2 también se aleja del sistema solar a una velocidad de unas 3,3 UA por año, 48 grados fuera del plano eclíptico hacia el sur. Para comprobar la distancia actual de la Voyager 1 y 2 al sol, visite la página de estado de la misión.
El paso por el choque de terminación puso fin a la fase de choque de terminación y comenzó la fase de exploración de la heliosfera. La heliosfera es la capa exterior de la burbuja que el Sol sopla a su alrededor (la heliosfera). Todavía está dominada por el campo magnético del Sol y las partículas contenidas en el viento solar. La Voyager 1 cruzó el choque de terminación a 94 UA en diciembre de 2004 y la Voyager 2 lo hizo a 84 UA en agosto de 2007. Después de atravesar el choque de terminación, el equipo de las Voyager esperó con impaciencia el paso de cada nave por la heliopausa, que es la extensión exterior del campo magnético del Sol y del viento solar.
En esta región, la influencia del Sol disminuye y se percibe el comienzo del espacio interestelar. Es donde los vientos solares de millones de millas por hora se ralentizan a unas 250.000 millas por hora, el primer indicio de que el viento se acerca a la heliopausa.
El 25 de agosto de 2012, la Voyager 1 voló más allá de la heliopausa y entró en el espacio interestelar, convirtiéndose en el primer objeto fabricado por el hombre en explorar este nuevo territorio. En ese momento, se encontraba a una distancia de unas 122 UA, es decir, a unos 11.000 millones de millas (18.000 millones de kilómetros) del sol. Este tipo de exploración interestelar es el objetivo final de la misión interestelar Voyager. La Voyager 2, que viaja en una dirección diferente a la Voyager 1, cruzó la heliopausa hacia el espacio interestelar el 5 de noviembre de 2018.
Las Voyager tienen suficiente energía eléctrica y combustible de propulsión para mantener su actual conjunto de instrumentos científicos encendidos hasta al menos 2025. Para entonces, la Voyager 1 estará a unos 13.800 millones de millas (22.100 millones de kilómetros) del Sol y la Voyager 2 estará a 11.400 millones de millas (18.400 millones de kilómetros). Con el tiempo, las Voyager pasarán por otras estrellas. En unos 40.000 años, la Voyager 1 se acercará a 1,6 años-luz (9,3 billones de millas) de AC+79 3888, una estrella de la constelación de Camelopardalis que se dirige hacia la constelación de Ofiuco. Dentro de unos 40.000 años, la Voyager 2 pasará a 1,7 años-luz (9,7 billones de millas) de la estrella Ross 248 y dentro de unos 296.000 años, pasará a 4,3 años-luz (25 billones de millas) de Sirio, la estrella más brillante del cielo. Las Voyager están destinadas -tal vez eternamente- a vagar por la Vía Láctea.