El Mojito es uno de los cócteles con ron más populares que se sirven hoy en día, con una receta conocida en todo el mundo. Los orígenes de esta bebida clásica se remontan a Cuba y al cóctel El Draque del siglo XVI. Llamado así en honor a Sir Francis Drake, el capitán de navío y explorador inglés que visitó La Habana en 1586, El Draque estaba compuesto por aguardiente (un aguardiente de caña precursor del ron), lima, menta y azúcar. Se supone que se consumía con fines medicinales, pero es fácil creer que los bebedores disfrutaban de su sabor y efectos.
Con el tiempo, el ron sustituyó al aguardiente y el nombre se cambió por el de Mojito. No está claro cuándo ocurrió esto, pero el Mojito apareció por primera vez en la literatura de cócteles en la edición de 1932 de «Sloppy Joe’s Bar Cocktail Manual», un libro de la famosa institución de La Habana.
Apropiamente, casi todos los ingredientes del Mojito son autóctonos de Cuba. El ron, la lima, la menta y el azúcar (el país isleño cultiva la caña de azúcar) se unen y se alargan con la soda que quita la sed para crear un cóctel delicioso y desenfadado. La bebida se prepara tradicionalmente con ron blanco sin envejecer, que da un sabor ligero y crujiente. Utilizar ron cubano le dará puntos de autenticidad, aunque muchos rones cubanos modernos son más ligeros que sus predecesores, así que puede probar a experimentar con rones blancos hasta que encuentre el que más le guste.
El Mojito es un poco más laborioso que otros cócteles porque hay que machacar la menta, pero el resultado final merece la pena. La menta se combina con el resto de ingredientes para conseguir una dosis extra de refresco que, aunque suele asociarse al verano, puede disfrutarse en cualquier época del año
Si prefieres tus cócteles con una pizca de historia literaria, estás de suerte. Se dice que el mojito era uno de los favoritos de Ernest Hemingway, quien, según la tradición local, lo tomaba regularmente en el bar habanero La Bodeguita del Medio.