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El krill antártico es un organismo filtrador que se alimenta de fitoplancton diminuto (algas pelágicas). Utilizan sus pequeñas patas con forma de pelo para filtrar estas algas microscópicas que florecen en las aguas ricas en nutrientes que rodean la Antártida. Estas floraciones son más densas en el borde del hielo, por lo que el krill antártico suele ser también más denso cerca de ese sistema. Pocas especies tan grandes como el krill antártico pueden comer alimentos tan pequeños, por lo que este krill proporciona un importante vínculo con los niveles superiores de la red alimentaria. Las ballenas azules y otras ballenas de gran tamaño, las focas leopardo y otras focas, varias especies de pingüinos, los albatros y otras aves marinas, varias especies de peces, y los calamares y otros invertebrados comen grandes cantidades de krill antártico. Sin esta especie, las redes alimentarias del Océano Austral se colapsarían por completo. El krill antártico es la especie clave en toda su área de distribución.

Este krill se reproduce mediante un comportamiento similar a la fecundación interna. El macho deposita un paquete de esperma en el cuerpo de la hembra, y cuando ésta libera sus huevos, éstos pasan a través del esperma y se fecundan. Como en todos los crustáceos, el caparazón del krill antártico es un esqueleto en el exterior de su cuerpo. Este exoesqueleto no se expande y, por lo tanto, los individuos deben mudar (=desprenderse) regularmente para crecer. Antes de la muda, el individuo comienza a construir un nuevo esqueleto más grande dentro del existente. Cuando se hace demasiado grande para ser contenido, abre el caparazón exterior y el nuevo exoesqueleto se endurece.

Se desconoce el estado de conservación del krill antártico, pero como es una de las especies más comunes en su área de distribución, no corre riesgo de peligro o extinción. Sin embargo, recientemente se ha desarrollado una pesquería, y cualquier cambio en las poblaciones de krill antártico resultante de esta actividad humana afectará a las numerosas especies -muchas de las cuales están en peligro- que dependen del krill antártico como principal fuente de alimento. Algunos científicos creen que los cambios en las poblaciones de esta especie han afectado a la recuperación de la ballena azul, en particular, a pesar de que esa especie no ha sido cazada comercialmente durante 50 años.

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