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San Lorenzo nació en España y se hizo diácono en Roma. Durante la persecución de Valeriano, se le ordenó entregar todos los objetos de valor de la Iglesia. San Lorenzo reunió entonces a numerosos pobres de la zona, los presentó al prefecto de la ciudad y dijo: «Aquí está el tesoro de la Iglesia». Tras su arresto en el año 258, fue quemado hasta morir.
Oración:
Glorioso San Lorenzo, modelo de fortaleza cristiana, te imploro en tu amorosa bondad que reces por mí ante el trono de Dios. A ti recurro en los problemas que me rodean diariamente.
Escúdeme contra mi egoísmo y mi indiferencia hacia Dios y el prójimo. Inspírame para imitar tus virtudes cristianas. Que tu bendición me acompañe siempre, para que pueda ver y servir a Cristo en los demás y trabajar por su Reino. Consígueme bondadosamente de Dios los favores y gracias que tanto necesito en las pruebas, miserias y aflicciones de la vida, particularmente (nómbralo).
Ayúdame, querido San Lorenzo, a vivir y morir como un fiel hijo de Dios, a correr en la dulzura de su amorosa voluntad y a alcanzar la felicidad eterna del cielo. Amén.
(Padre Nuestro, Ave María, Gloria)