Prognatismo

Los humanos tienen rostros ortognáticos, es decir, rostros que se encuentran casi por completo debajo de la fosa craneal anterior, mientras que otros simios (y los primates en general) tienen rostros prognáticos que se proyectan hacia delante de la fosa craneal anterior. El prognatismo ha sido definido de forma diversa por diferentes investigadores, y algunos consideran que se refiere únicamente a la proyección de la parte inferior del esqueleto facial (en cuyo caso la proyección de la parte superior de la cara se denomina «proyección facial» en lugar de prognatismo), y otros consideran que se refiere a la proyección facial general. Según cualquiera de las dos definiciones, los humanos tienen caras menos prognáticas que los chimpancés, gorilas y orangutanes. El prognatismo suele medirse con el ángulo craneofacial (también conocido como ángulo esfenomaxilar), que es el ángulo formado en el plano sagital entre los puntos más anteriores del maxilar, el esfenoides y el foramen magnum (dado que estos puntos de referencia pueden ser difíciles de observar en cráneos intactos, este ángulo suele cuantificarse como el ángulo entre la horizontal de Frankfort y una línea que pasa por los puntos de referencia osteométricos sellion y prosthion). Este ángulo es obtuso en los grandes simios y agudo en los humanos modernos. La evolución de la cara ortognática en los humanos está probablemente relacionada con una reducción del tamaño de los dientes y de los músculos masticadores, y quizás con cambios en las relaciones brazo de carga masticatoria/brazo de palanca que reflejan una menor necesidad de producción de fuerzas de mordida potentes en la dentición anterior. Ambos cambios pueden reflejar los cambios dietéticos en la evolución humana, alejándose de las frutas de piel dura y la materia vegetal fibrosa y acercándose a un mayor consumo de carne y alimentos cocinados.

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