Una mascota de clase puede ser una experiencia inestimable para los niños de primaria. La mascota puede enseñar responsabilidad, crear una conexión con el aula, servir como motivador y ser algo que los niños amen. Si el profesor está dispuesto a asumir la responsabilidad añadida de cuidar de un animal además de todos los niños de la clase, una mascota de clase puede ser una maravillosa adición a una clase.
Hay que tener en cuenta muchos criterios a la hora de elegir una mascota para la clase. No puede ser demasiado grande, ya que las aulas suelen tener un espacio limitado. También hay que tener en cuenta el coste, ya que es probable que el profesor tenga que pagar la mascota, su comida y su hábitat. También debe ser algo resistente. Cada tipo de animal en particular tiene sus ventajas y desventajas, y un profesor debe sopesarlas y tomar una decisión sobre cuál es el adecuado para su clase.
Los roedores, como los hámsters, los jerbos, las ratas y las cobayas, no necesitan ningún tipo de entorno especial, ni equipos caros, ni temperaturas concretas para desarrollarse. Son peludos, bonitos, cálidos y los niños desarrollan un fuerte apego a ellos rápidamente. El inconveniente de tener un roedor como mascota es que tiende a tener un fuerte olor si no se limpia su jaula con frecuencia. También pueden morder si se les provoca, y suelen ser muy frágiles. Los niños más pequeños deben ser supervisados de cerca cuando manipulen roedores pequeños, o debe instituir una regla de «no tocar» para evitar la manipulación brusca accidental.
Las aves son físicamente más delicadas que muchos otros animales. No sobreviven con corrientes de aire y necesitan una temperatura algo regulada en su entorno. Muchos pájaros son bastante sociables y se desenvuelven mejor con otros pájaros o cuando son manejados habitualmente por personas que pueden ser apropiadas con ellos. Es probable que los niños pequeños no tengan la destreza necesaria para manipular un pájaro sin hacerle daño, por lo que no es una buena elección para una mascota de clase.
Algunos reptiles son bonitos de ver pero son delicados o venenosos y no deben ser manipulados por los niños. Otros son más resistentes pero requieren hábitats elaborados y caros, con calor. La mayoría de las serpientes y los grandes lagartos comen ratas y ratones, lo que puede resultar aterrador para los niños pequeños. Algunos reptiles, como el geco leopardo, parecen más inofensivos, soportan más manipulación y, por tanto, pueden prosperar mejor como mascota de clase.
Un pez resistente, como un betta, es una buena opción de bajo coste para una mascota de clase. Obviamente, no son mimosos ni se pueden manipular, lo que proporciona menos interacción a los niños. Sin embargo, son baratos, tienen una vida relativamente larga y pueden mantenerse en una simple pecera.