La inmunología es el estudio del sistema inmunitario y es una rama muy importante de las ciencias médicas y biológicas. El sistema inmunológico nos protege de las infecciones a través de varias líneas de defensa. Si el sistema inmunitario no funciona como debería, puede provocar enfermedades, como la autoinmunidad, la alergia y el cáncer. También está quedando claro que las respuestas inmunitarias contribuyen al desarrollo de muchos trastornos comunes no considerados tradicionalmente como inmunológicos, como las afecciones metabólicas, cardiovasculares y neurodegenerativas, como el Alzheimer.
¿Por qué es importante la inmunología?
Desde el trabajo pionero de Edward Jenner en el siglo XVIII, que acabaría conduciendo a la vacunación en su forma moderna (una innovación que probablemente ha salvado más vidas que cualquier otro avance médico), hasta los numerosos avances científicos de los siglos XIX y XX que conducirían, entre otras cosas, al trasplante seguro de órganos, la identificación de los grupos sanguíneos y el uso ahora omnipresente de los anticuerpos monoclonales en toda la ciencia y la atención sanitaria, la inmunología ha cambiado la cara de la medicina moderna. La investigación inmunológica sigue ampliando los horizontes de nuestra comprensión de cómo tratar importantes problemas de salud, con los esfuerzos de investigación en curso en la inmunoterapia, las enfermedades autoinmunes y las vacunas para los patógenos emergentes, como el ébola. El avance en la comprensión de la inmunología básica es esencial para la aplicación clínica y comercial, y ha facilitado el descubrimiento de nuevos diagnósticos y tratamientos para manejar una amplia gama de enfermedades. Además de lo anterior, junto con el avance de la tecnología, la investigación inmunológica ha proporcionado técnicas y herramientas de investigación de importancia crítica, como la citometría de flujo y la tecnología de anticuerpos.
¿Qué es un inmunólogo?
Un inmunólogo es un científico y/o clínico especializado en inmunología. Muchos inmunólogos trabajan en un laboratorio centrado en la investigación, ya sea en el ámbito académico o en la industria privada (por ejemplo, en la industria farmacéutica). Otros inmunólogos – «inmunólogos clínicos»- son médicos que se centran en el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades del sistema inmunitario, como las enfermedades autoinmunes y las alergias.
Para obtener información más detallada sobre las carreras de inmunología, consulte nuestra sección de carreras.
El sistema inmunitario
El sistema inmunitario es un complejo sistema de estructuras y procesos que ha evolucionado para protegernos de las enfermedades. Los componentes moleculares y celulares conforman el sistema inmunitario. La función de estos componentes se divide en mecanismos inespecíficos, aquellos que son innatos a un organismo, y respuestas de respuesta, que son adaptativas a patógenos específicos. La inmunología fundamental o clásica consiste en estudiar los componentes que conforman el sistema inmunitario innato y adaptativo.
La inmunidad innata es la primera línea de defensa y es inespecífica. Es decir, las respuestas son las mismas para todos los patógenos potenciales, por muy diferentes que sean. La inmunidad innata incluye barreras físicas (por ejemplo, la piel, la saliva, etc.) y células (por ejemplo, macrófagos, neutrófilos, basófilos, mastocitos, etc.). Estos componentes «están preparados» y protegen al organismo durante los primeros días de la infección. En algunos casos, esto es suficiente para eliminar el patógeno, pero en otros casos la primera defensa se ve superada y entra en acción una segunda línea de defensa.
La inmunidad adaptativa es la segunda línea de defensa que implica la creación de una memoria de las infecciones encontradas para poder montar una respuesta mejorada específica para el patógeno o la sustancia extraña. La inmunidad adaptativa implica la presencia de anticuerpos, que generalmente se dirigen a los patógenos extraños que circulan libremente por el torrente sanguíneo. También intervienen los linfocitos T, que se dirigen especialmente a los patógenos que han colonizado las células y pueden eliminar directamente las células infectadas o ayudar a controlar la respuesta de los anticuerpos.
Disfunción inmunitaria e inmunología clínica
El sistema inmunitario es un sistema altamente regulado y equilibrado y, cuando el equilibrio se altera, puede producirse una enfermedad. La investigación en esta área implica el estudio de las enfermedades causadas por la disfunción del sistema inmunitario. Gran parte de este trabajo tiene importancia en el desarrollo de nuevas terapias y tratamientos que pueden controlar o curar la enfermedad alterando el funcionamiento del sistema inmunitario o, en el caso de las vacunas, cebando el sistema inmunitario y potenciando la reacción inmunitaria frente a patógenos específicos.
Los trastornos por inmunodeficiencia implican problemas con el sistema inmunitario que perjudican su capacidad para montar una defensa adecuada. Como resultado, casi siempre se asocian a infecciones graves que persisten, se repiten y/o dan lugar a complicaciones, lo que hace que estos trastornos sean muy debilitantes e incluso mortales. Hay dos tipos de trastornos de inmunodeficiencia: las inmunodeficiencias primarias suelen estar presentes desde el nacimiento, suelen ser hereditarias y son relativamente raras. Un ejemplo es la inmunodeficiencia común variable (IDCV). Las inmunodeficiencias secundarias suelen desarrollarse más tarde en la vida y pueden ser el resultado de una infección, como es el caso del SIDA tras la infección por el VIH.
Para más información, consulte nuestro informe sobre inmunodeficiencias.
Las enfermedades autoinmunes se producen cuando el sistema inmunitario ataca al cuerpo que debe proteger. Las personas que padecen enfermedades autoinmunes tienen un defecto que les impide distinguir las moléculas «propias» de las «no propias» o «extrañas». Los principios de la inmunología han proporcionado una amplia variedad de pruebas de laboratorio para la detección de enfermedades autoinmunes. Las enfermedades autoinmunes pueden describirse como enfermedades autoinmunes «primarias», como la diabetes de tipo 1, que pueden manifestarse desde el nacimiento o durante los primeros años de vida; o como enfermedades autoinmunes «secundarias», que se manifiestan más tarde en la vida debido a diversos factores. Se cree que la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple pertenecen a este tipo de autoinmunidad. Además, las enfermedades autoinmunes pueden ser localizadas, como la enfermedad de Crohn, que afecta al tracto gastrointestinal, o sistémicas, como el lupus eritematoso sistémico (LES).
Para obtener más información, consulte nuestra sesión informativa sobre enfermedades autoinmunes.
Las alergias son trastornos de hipersensibilidad que se producen cuando el sistema inmunitario del organismo reacciona contra sustancias extrañas inofensivas, lo que provoca daños en los propios tejidos del cuerpo. Casi cualquier sustancia puede causar alergias (un alérgeno), pero lo más habitual es que las alergias surjan después de comer ciertos tipos de alimentos, como los cacahuetes, o de inhalar sustancias transportadas por el aire, como el polen o el polvo. En las reacciones alérgicas, el cuerpo cree que los alérgenos son peligrosos y produce inmediatamente sustancias para atacarlos. Esto hace que las células del sistema inmunitario liberen potentes sustancias químicas como la histamina, que provoca la inflamación y muchos de los síntomas asociados a las alergias. La inmunología se esfuerza por comprender lo que ocurre en el organismo durante una respuesta alérgica y los factores responsables de provocarla. Esto debería conducir a mejores métodos de diagnóstico, prevención y control de las enfermedades alérgicas.
Para más información, consulte nuestro breifing sobre alergias.
El asma es una enfermedad debilitante y a veces mortal de las vías respiratorias. Por lo general, se produce cuando el sistema inmunitario responde a las partículas inhaladas del aire, y puede provocar el engrosamiento de las vías respiratorias de los pacientes con el paso del tiempo. Es una causa importante de enfermedad y es especialmente frecuente en los niños. En algunos casos tiene un componente alérgico, sin embargo, en varios casos el origen es más complejo y poco conocido.
El cáncer es una enfermedad de crecimiento y proliferación celular anormal e incontrolada y se define por un conjunto de rasgos distintivos, uno de los cuales es la capacidad de las células cancerosas para evitar la destrucción inmunológica. Al saber que la evasión del sistema inmunitario puede contribuir al cáncer, los investigadores han recurrido a la manipulación del sistema inmunitario para vencer el cáncer (inmunoterapia). La inmunoterapia contra el cáncer trata de estimular las facultades innatas del sistema inmunitario para combatir el tejido canceroso y se ha mostrado extraordinariamente prometedora como nueva arma en nuestro arsenal contra la enfermedad. Otras aplicaciones de los conocimientos inmunológicos contra el cáncer incluyen el uso de anticuerpos monoclonales (proteínas que buscan y se unen directamente a una proteína diana específica llamada antígeno. Un ejemplo es Herceptin, que es un anticuerpo monoclonal utilizado para tratar el cáncer de mama y de estómago). Además, se han desarrollado con éxito varias vacunas contra el cáncer, sobre todo la vacuna contra el VPH.
Para más información, consulte nuestro informe sobre inmunoterapia contra el cáncer.
Los trasplantes implican la transferencia de células, tejidos u órganos de un donante a un receptor. La barrera más formidable para los trasplantes es el reconocimiento por parte del sistema inmunitario de los órganos trasplantados como extraños. Comprender los mecanismos y las características clínicas del rechazo es importante para determinar un diagnóstico, aconsejar un tratamiento y es fundamental para desarrollar nuevas estrategias y fármacos para gestionar los trasplantes y limitar el riesgo de rechazo.
Para más información, consulte nuestra sesión informativa sobre inmunología de los trasplantes.
Las vacunas son agentes que enseñan al cuerpo a reconocer y defenderse de las infecciones de patógenos dañinos, como bacterias, virus y parásitos. Las vacunas proporcionan un «anticipo» de un patógeno específico, que estimula el sistema inmunitario del organismo para que se prepare en caso de que se produzca la infección. Las vacunas contienen un elemento inofensivo del agente infeccioso que estimula al sistema inmunitario para que monte una respuesta, empezando por la producción de anticuerpos. Las células que responden a la vacuna proliferan tanto para fabricar anticuerpos específicos contra el agente provocador como para formar «células de memoria». Al encontrarse con el agente infeccioso por segunda vez, estas células de memoria son rápidamente capaces de hacer frente a la amenaza produciendo cantidades suficientes de anticuerpos. Los agentes patógenos en el interior del organismo acaban siendo destruidos, impidiendo así que se produzcan nuevas infecciones. Varias enfermedades infecciosas, como la viruela, el sarampión, las paperas, la rubeola, la difteria, el tétanos, la tos ferina, la tuberculosis y la poliomielitis, han dejado de ser una amenaza en Europa gracias al éxito de la aplicación de las vacunas.
Para más información, consulte nuestro informe sobre vacunas.
Inmunología veterinaria
La inmunología veterinaria es una rama de la inmunología dedicada a mejorar la salud de los animales. Al igual que los humanos, los animales también sufren enfermedades causadas bien por organismos que intentan invadir su cuerpo, o bien porque su sistema inmunitario no funciona correctamente. Los animales salvajes, domésticos y de granja suelen estar expuestos a toda una serie de bacterias, virus y parásitos peligrosos que amenazan su bienestar. Las infecciones animales pueden tener efectos generalizados en sectores de trabajo humanos, como la alimentación y la agricultura. Además, muchas infecciones animales pueden transmitirse de forma natural a través de la barrera de las especies para infectar a los humanos y viceversa, un proceso denominado zoonosis. Por ejemplo, infecciones bien estudiadas como la gripe porcina y aviar, así como la malaria y la enfermedad de Lyme, se deben a la transmisión de animales e insectos a los humanos. Por lo tanto, es extremadamente importante que este tipo de enfermedades se controle de forma eficaz. Estas medidas no sólo evitan la transmisión a otros animales y a los humanos, sino que también reducen cualquier consecuencia social y económica potencialmente devastadora.
Vea el informe de BSI sobre la enfermedad de Lyme.