La mayoría de las personas que se infectan por enterovirus no polio no enferman, o sólo tienen una enfermedad leve, como el resfriado común.
Los bebés, los niños y los adolescentes tienen más probabilidades que los adultos de infectarse y enfermar porque todavía no tienen inmunidad (protección) por haber estado expuestos a los virus. Los adultos también pueden infectarse, pero es menos probable que presenten síntomas o éstos pueden ser más leves. Los síntomas de la enfermedad leve pueden incluir:
- fiebre
- nariz que moquea, estornudos, tos
- sarpullido en la piel
- ampollas en la boca
- dolores corporales y musculares
- conjuntivitis viral
- enfermedad de manos, pies, y boca
- Meningitis vírica (infección de la cubierta de la médula espinal y/o del cerebro)
- Encefalitis vírica (infección del cerebro)
- Miocarditis (infección del corazón)
- pericarditis (infección del saco que rodea al corazón)
- parálisis flácida aguda (aparición repentina de debilidad en uno o más brazos o piernas)
- enfermedad muscular inflamatoria (lenta, debilidad muscular lenta y progresiva)
Algunas infecciones por enterovirus no polio pueden causar
Los bebés y las personas con sistemas inmunitarios debilitados tienen más posibilidades de sufrir estas complicaciones.
Las personas que desarrollan miocarditis pueden tener insuficiencia cardíaca y requerir cuidados a largo plazo. Algunas personas que desarrollan encefalitis o parálisis pueden no recuperarse del todo.
Los recién nacidos infectados por un enterovirus no polio pueden desarrollar sepsis (la respuesta abrumadora del organismo a la infección que puede provocar daños en los tejidos, fallo de los órganos y la muerte). Sin embargo, esto es muy raro.
Las infecciones por enterovirus no polio pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la diabetes tipo 1 en los niños.
Para obtener información sobre los riesgos para las mujeres embarazadas, consulte Embarazo & Infección por enterovirus no polio.