«¿Puede ser mala para mí demasiada empatía?». «¿Puede la empatía hacerme demasiado sensible?»
Estas son preguntas comunes que escucho en mis clases de inteligencia emocional y habilidades de coaching. Si encarnas las emociones que recoges de alguien, la respuesta podría ser sí. Si, en cambio, notas y liberas las emociones en tu cuerpo para poder mantener el espacio para que la persona se exprese con seguridad, la respuesta es no.
Si quieres que la gente se sienta cómoda y se abra contigo -el propósito de la empatía- necesitas dejar que tus reacciones se desvanezcan. Crea un espacio seguro entre vosotros preocupándote y sintiendo curiosidad para poder identificar y comprender lo que sienten, no para reflejarlo en ellos.
La empatía como sensibilidad social
Incluso en el trabajo, la mayoría de las personas anhelan que les escuches con compasión, la piedra angular de la empatía.1 Quieren que percibas su malestar o angustia, especialmente cuando les cuesta articular lo que sienten.
Los humanos desean ser vistos y comprendidos más allá de sus palabras. La empatía demuestra que te importa.
Puedes experimentar la empatía notando el lenguaje corporal y la voz de una persona, pero la sensibilidad aguda incluye estar abierto a la energía emocional que vibra entre vosotros.2 Puedes sentir esta energía en tu corazón o en tus entrañas. No sólo percibes lo que la gente siente, sino también lo que necesita. Puedes saber cuándo necesitan atención, reconocimiento o una oferta de ayuda. Captas cuando quieren que te alejes y les des espacio o cuando quieren que te quedes quieto. Sabes cuando están impacientes por seguir adelante o si quieren tomarse más tiempo.
Reactividad empática – Cuando demasiada empatía es mala
Con la empatía, sentirás su estrés, ansiedad y enfado en tu cuerpo. Podrías sentir su dolor emocional y físicamente. Si dejas que estas emociones se asienten en tu cuerpo, tu cuerpo y tu mente pueden ser secuestrados emocionalmente.
La empatía desenfrenada puede conducir a concentraciones de la hormona del estrés cortisol, lo que dificulta la liberación de las emociones.3 Asumir los sentimientos de otras personas para que vivas su experiencia puede hacerte susceptible a sentimientos de depresión o desesperanza.
Esto no sólo te llevará al agotamiento, sino que puedes romper el vínculo de confianza que esperabas fortalecer. Cuando encarnas las emociones de otras personas, puedes sentirte responsable de aliviar su dolor. Sientes la necesidad de arreglar sus problemas y hacerlos sentir mejor.
A menos que las personas quieran tu ayuda, tu reacción intrusiva los alejará sin importar el valor de tu intención. Pueden sentirse menos comprendidos. Se sienten faltados de respeto, socavados o debilitados cuando usted interrumpe para prestar ayuda. La respuesta que crees que es «ser solidario» podría dañar su sensación de seguridad y confianza. Ya no sienten que pueden expresarse plenamente contigo.
Cómo fomentar la empatía no reactiva
Tener una conciencia abierta y sin prejuicios, «… es la capacidad de permanecer receptivo a cualquier cosa que pueda pasar por tus pensamientos, vista, oído o sentimiento y hacerlo de una manera no crítica».4 Te das cuenta cuando las emociones comienzan a surgir en tu cuerpo. Puedes nombrar la emoción y ofrecer lo que sientes a la persona para ayudarle a entender mejor la experiencia. Luego relajas tu cuerpo y dejas que la emoción se calme.
Los fundamentos
- La importancia de la empatía
- Busca un terapeuta cerca de mí
La empatía no reactiva es especialmente útil cuando sientes el impulso de intervenir y arreglar a las personas, ayudándolas a ver lo que deberían sentir y hacer en su lugar. Este impulso puede surgir de la empatía, o podrías estar juzgando las creencias de la persona.
Estaba haciendo coaching a un hombre en China frente a una gran audiencia. Quería explorar qué hacer cuando se jubilara. Cuando habló, pude percibir su deseo de corazón de ayudar a otros a crecer. Le pregunté qué le gustaba de su trabajo como Director de RRHH de una gran empresa. Me dijo que le encantaba desarrollar a las personas y hacer que desarrollaran su potencial. Sobre todo, estaba orgulloso de inculcar los principios comunistas. Sentí que todo mi cuerpo se estremecía. Mis valores democráticos se cuajaron en mis huesos. Pero no me correspondía juzgarlo ni cambiarlo. Me di cuenta de mi reacción y la dejé pasar para poder estar plenamente presente con este hombre maravilloso que no quería dejar de ayudar a la gente cuando se jubilara.
Aceptamos, apreciamos y fomentamos la expresión en los demás observando nuestras reacciones y dejándolas pasar.
Puedes fomentar esta conciencia abierta y sin juicios con el siguiente ejercicio. En cuanto notes que estás reaccionando emocionalmente:
Relájate – respira y libera la tensión de tu cuerpo.
Despréndete – despeja tu mente de todos los pensamientos.
Céntrate – deja caer tu conciencia al centro de tu cuerpo justo debajo de tu ombligo. Siente cómo respiras. Esto ayuda a despejar la mente.
Enfócate – elige una o dos palabras clave que representen cómo quieres sentirte. Sentir curiosidad y compasión fomenta la empatía no reactiva.
Cuando tus propias emociones te distraigan, respira y recuerda tus palabras clave para mantener la confianza y la conexión. Permitir a los demás la expresión segura de las emociones podría ayudarles a difuminar sus sentimientos y ver un posible camino a seguir.