Los científicos han descubierto que ser hijo único no sólo conlleva diferencias de comportamiento que pueden diferenciar a los niños de los que tienen hermanos, sino que también afecta al desarrollo del cerebro del niño.
Un nuevo estudio en el que se comparan los escáneres cerebrales de hijos únicos y de otros que se criaron con hermanos ha revelado diferencias significativas en el volumen de la materia gris de los participantes, y los investigadores dicen que es la primera evidencia neurológica en esta área que relaciona los cambios en la estructura del cerebro con comportamientos diferentes.
Para investigar si los hijos únicos demostraban diferencias neurológicas con respecto a sus compañeros que crecieron con hermanos, los investigadores de la Universidad del Suroeste de China reclutaron a 303 estudiantes en edad universitaria.
La mezcla de jóvenes en China ofrece un amplio grupo de candidatos para esta área de investigación, debido a la duradera política de un solo hijo del país, que limitó a muchas familias, aunque no a todas, a criar un solo hijo entre 1979 y 2015.
El estereotipo común sobre ser hijo único es que crecer sin hermanos influye en el comportamiento y los rasgos de personalidad de un individuo, haciéndolo más egoísta y menos propenso a compartir con sus compañeros.
Investigaciones anteriores han confirmado parte de esta sabiduría convencional, pero también han demostrado que los hijos únicos pueden recibir beneficios cognitivos como resultado de su crianza en solitario.
Los participantes en este último estudio eran aproximadamente la mitad hijos únicos (y la mitad hijos con hermanos), y se les administraron pruebas cognitivas diseñadas para medir su inteligencia, creatividad y personalidad, además de escanear sus cerebros con máquinas de resonancia magnética.
Aunque sólo los niños mostraron una mayor flexibilidad, también demostraron una menor amabilidad en las pruebas de personalidad según el llamado Inventario de Personalidad NEO Revisado. La amabilidad es una de las cinco medidas principales que se evalúan en el sistema, siendo las otras cuatro la extraversión, la consciencia, el neuroticismo y la apertura a la experiencia.
Pero más importante que los datos de comportamiento -que han sido el centro de muchos otros estudios- los resultados de la resonancia magnética demostraron realmente diferencias neurológicas en el volumen de materia gris (VG) de los participantes como resultado de su crianza.
En particular, los resultados mostraron que los hijos únicos mostraban mayores volúmenes del giro supramarginal -una porción del lóbulo parietal que se cree que está asociada a la percepción y el procesamiento del lenguaje, y que en el estudio se correlacionó con la mayor flexibilidad de los hijos únicos.
Por el contrario, los cerebros de los hijos únicos revelaron menos volumen en otras áreas, incluida la corteza prefrontal medial (mPFC) -asociada a la regulación emocional, como la personalidad y los comportamientos sociales-, que el equipo descubrió que se correlacionaba con sus puntuaciones más bajas en simpatía.
Aunque los investigadores no sacan conclusiones firmes sobre por qué los hijos únicos presentan estas diferencias, sugieren que es posible que los padres fomenten una mayor creatividad en los hijos únicos dedicándoles más tiempo, y posiblemente poniendo mayores expectativas en ellos.
Mientras tanto, plantean la hipótesis de que la menor simpatía de los hijos únicos podría ser el resultado de una atención excesiva por parte de los miembros de la familia, una menor exposición a grupos sociales externos y una mayor concentración en actividades solitarias durante el crecimiento.
Es importante señalar que el estudio tiene algunas limitaciones: en primer lugar, todos los participantes eran jóvenes con un alto nivel de educación procedentes de una parte específica del mundo, y los resultados sólo reflejan las pruebas realizadas en un momento determinado.
Dicho esto, los investigadores afirman que es la primera evidencia de que las diferencias en las estructuras anatómicas del cerebro están vinculadas a un comportamiento diferente en términos de flexibilidad y amabilidad.
«Además, nuestros resultados contribuyen a la comprensión de las bases neuroanatómicas de las diferencias en la función cognitiva y la personalidad entre los hijos únicos y los que no lo son», escriben los autores en su estudio.
Aunque todavía hay mucho que no entendemos sobre lo que está pasando aquí, está claro que hay un vínculo entre nuestros entornos familiares y la forma en que se desarrolla nuestra estructura cerebral, y será fascinante ver a dónde nos lleva esta dirección de la investigación en el futuro.
Los hallazgos se reportan en Brain Imaging and Behaviour.