No es el más fuerte de la especie el que sobrevive, ni el más inteligente, sino la más adaptable al cambio – Charles Darwin
En la vida no hay certezas, ni garantías, pero si hay algo que es constante y es igual para todos, es que todas las cosas cambian. Todo lo que nos rodea está en constante cambio: las personas, los sentimientos, los lugares, la naturaleza. Aunque es algo totalmente natural, el cambio puede asustar y a veces hacemos todo lo posible por evitarlo hasta que la propia vida nos obliga a encontrarnos en situaciones que no habíamos previsto, dejándonos sin saber qué hacer.
En otras ocasiones sentimos la necesidad de cambiar en una o varias áreas de nuestra vida pero no sabemos por dónde empezar para que eso ocurra. Si realmente queremos vivir una vida que refleje lo mejor de nuestras posibilidades entonces tenemos que estar abiertos al cambio y acogerlo como parte natural de nuestra evolución. Aquí tienes 7 pasos que puedes utilizar para superar el miedo al cambio:
1. La vida es cambio y el cambio significa vida
La creencia que la mayoría de nosotros hemos adoptado es que «el cambio no es algo bueno, es incómodo y potencialmente doloroso». Sin duda la mayoría de nosotros buscamos naturalmente evitarlo. Cuando nacemos, nos separamos físicamente del cuerpo de nuestra madre. El primer gran cambio al que nos enfrentamos al llegar a este mundo suele asociarse inconscientemente con la separación y la ruptura. Es por ello que la mayoría de las personas, en lugar de pasar por el dolor y el sufrimiento de la ruptura, prefieren seguir aferrados a una situación que conocen aunque sea disfuncional: un trabajo una relación o un hábito. La vida es cambio y el cambio es vida. No vivas el cambio como un castigo, sino como una oportunidad para crecer, mejorar y aprender cosas nuevas. Sea cual sea la lección que la vida te esté enseñando en este momento, pregúntate: ¿Qué hay de perfecto en esto? Qué está ocurriendo para mí?
2. ¡Acepta la situación, pero no te resignes a ella!
La aceptación de la situación en la que nos encontramos actualmente es el primer paso para abrazar el cambio. Aceptar no significa resignarse a que las cosas sean como son, es decir, no tenemos que aceptar pasivamente las cosas y comportarnos como una víctima de las circunstancias. La aceptación requiere valor, determinación y honestidad. Significa aceptar el hecho de que la vida está trabajando para nosotros y nuestro bien, aunque en el momento no nos demos cuenta de ello. Y significa haber tomado conciencia de aquellas partes de nosotros que nos resultan más incómodas, aquellas a las que no queremos enfrentarnos pero que nos gustaría cambiar.
3. Ver el fracaso como algo positivo
Quizás el mayor miedo asociado al cambio es el miedo al fracaso. La única forma de evitarlo es no hacer nada, no emprender ninguna acción y vivir como espectador en lugar de como protagonista. Cometer errores forma parte de la curva de aprendizaje. Cuando cometemos errores aprendemos de ellos, haciendo correcciones y mejorando. Cuando aprendimos a caminar, hicimos miles de intentos y fallamos un número similar de veces. Pero esto no nos impidió volver a intentarlo cayendo y aprendiendo a levantarnos de nuevo. Nadie nos juzgaba cuando no éramos capaces de caminar, ni nosotros ni los demás. ¿Por qué no mantener la misma aceptación cuando nos enfrentamos a los momentos de «caída» en la vida? Es el juicio y el miedo a eso lo que nos paraliza y falsea nuestra interpretación de los acontecimientos impidiéndonos avanzar. Cuando nos liberamos de la carga emocional la transformación se hace posible. Recuerda que las personas que consiguen alcanzar sus sueños contra todo pronóstico de éxito son las que se preocupan menos por el fracaso. Son las personas convencidas de que, independientemente de cómo vayan las cosas, habrán aprendido algo nuevo por el camino. De este modo, disfrutan del viaje tanto como de llegar al propio destino.
4. Celebra cada pequeño éxito
A menudo nos damos cuenta rápidamente de las cosas que no funcionan o de las que no somos capaces de hacer y esto puede limitar nuestro progreso. Celebrando incluso las pequeñas victorias de cada día podemos mantener nuestros niveles de motivación altos. Pruebe este ejercicio: escriba en su diario al menos una cosa cada día que considere un pequeño o gran éxito (de cualquier tipo, no sólo cosas relacionadas con su carrera/trabajo). Puede que hayas cocinado algo delicioso, que hayas ayudado a un desconocido, que hayas escuchado a un amigo… Después de haber escrito tu éxito date un aplauso y encuentra una forma de celebrarlo. ¡Sé creativo!
5. Sé responsable
No podemos cambiar lo que ocurre en la vida ni cómo se pueden comportar los demás con nosotros, pero sí podemos cambiar nuestro comportamiento en respuesta a ello, y es esto lo que marca la diferencia y nos hace avanzar en el camino de la evolución personal. Todos tenemos una «zona de poder», aquellas áreas en las que sí tenemos la responsabilidad de actuar. Ser responsable significa retomar la capacidad de respuesta ante los acontecimientos. Significa utilizar nuestra capacidad de cambio y dar las respuestas más funcionales a los problemas de la vida que puedan surgir en el día a día.
6. Ten paciencia
A veces tenemos que repetir una lección una y otra vez para aprobar el examen que nos pone la vida y para ello necesitamos tener paciencia. La impaciencia es una reacción. La paciencia es una respuesta. El crecimiento (y el cambio) es una evolución, no una revolución. Sin embargo, cuando nos gobierna la impaciencia, tendemos a elegir la revolución. La revolución, sin embargo, crea turbulencias, agitación y, por tanto, tiende a destruir en lugar de integrar. La paciencia es un músculo que hay que ejercitar cada día. Cómo cambiarían las cosas si transformáramos los semáforos rojos de la vida en señales de reflexión, presencia y valoración de lo que ya tenemos
7. Sal de tu zona de confort
La «zona de confort» es ese espacio mental donde nos refugiamos, donde tenemos la ilusión de sentirnos protegidos y seguros. Entonces, ¿por qué nos sentimos tan infelices? Para salir de nuestra zona de confort y entrar en nuestra zona de libertad y soltar el miedo no es necesario hacer cambios radicales. Podemos empezar con pequeños gestos simbólicos, aquellos que tienen la capacidad de desconectar nuestro mecanismo interno de piloto automático. Cambia la ruta que sigues para ir al trabajo, cambia el lugar en el que te sueles sentar en la mesa, aprende un nuevo idioma, hazte vegetariano durante un mes o cultiva nuevas aficiones. Estas son sólo algunas ideas de cosas que podemos hacer para romper nuestros hábitos habituales y respuestas automatizadas. Poco a poco, las ponemos en práctica, ampliamos las dimensiones exteriores de nuestra zona de confort, descubriendo nuevas pasiones, nuevas habilidades y nuevas formas de vivir.