De un vistazo
- Una nueva técnica de análisis de sangre podría ayudar a los investigadores a detectar la enfermedad de Alzheimer antes de su aparición o en aquellos que muestran signos tempranos de demencia.
- El método podría ser menos invasivo y costoso que las actuales pruebas de imágenes cerebrales y de líquido cefalorraquídeo, lo que permitiría tratamientos más tempranos y el ensayo de nuevos enfoques.
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno cerebral relacionado con la edad que se desarrolla a lo largo de muchos años. Los cambios tóxicos en el cerebro destruyen lentamente la memoria y las habilidades de pensamiento. Los síntomas suelen aparecer por primera vez cuando las personas tienen alrededor de 60 años. El trastorno empeora con el tiempo y acaba provocando una grave pérdida de la función mental.
En el proceso que destruye el cerebro intervienen dos proteínas llamadas beta-amiloide y tau. El beta-amiloide se agrupa en placas, que se acumulan lentamente entre las células cerebrales. La tau anormal se acumula en el interior de las células cerebrales, formando ovillos.
Los investigadores han descubierto que los escáneres PET del cerebro y las pruebas de laboratorio del líquido cefalorraquídeo pueden revelar cambios relacionados con la enfermedad, o patología, veinte años antes de la aparición de los síntomas. Aunque el trastorno no es reversible, el tratamiento temprano puede ayudar a preservar el funcionamiento diario durante algún tiempo. El diagnóstico precoz también permitiría probar nuevos fármacos y otros enfoques terapéuticos. Sin embargo, las imágenes PET son caras e implican agentes radiactivos, y las pruebas de líquido cefalorraquídeo son invasivas, complejas y requieren mucho tiempo. Los investigadores están buscando pruebas más sencillas y rentables.
Un equipo dirigido por el Dr. Adam Boxer de la Universidad de California en San Francisco investigó si una nueva técnica de análisis de sangre llamada Simoa podría utilizarse para medir las concentraciones de tau y predecir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. El estudio fue financiado en parte por el Instituto Nacional del Envejecimiento (NIA), el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS) y el Centro Nacional para el Avance de las Ciencias Translacionales (NCATS) de los NIH. Los resultados se publicaron en línea el 2 de marzo de 2020 en Nature Medicine.
El equipo recogió muestras de sangre de más de 400 personas. Midieron la concentración de ptau181 -una versión modificada de tau que se ha relacionado con la enfermedad de Alzheimer- en el plasma sanguíneo, la parte líquida de la sangre. Su análisis demostró que la ptau181 en el plasma difería entre los participantes sanos y aquellos con patología de Alzheimer confirmada en las autopsias. La prueba también podía diferenciar la patología del Alzheimer de un grupo de enfermedades neurodegenerativas raras conocidas colectivamente como degeneración lobar frontotemporal.
Los resultados con la prueba de ptau181 en plasma también reflejaron los resultados con dos pruebas de biomarcadores establecidas para el Alzheimer: una prueba de ptau181 en líquido cefalorraquídeo y un escáner cerebral PET para la proteína beta-amiloide.
Un equipo de investigación de Suecia informó de resultados similares en un segundo artículo publicado en el mismo número de la revista. Utilizando la misma prueba de ptau181 en plasma, pudieron diferenciar entre el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas casi tan bien como con una prueba de ptau181 en líquido cefalorraquídeo y un escáner cerebral PET para la proteína tau. Además, realizaron un seguimiento de los participantes durante varios años y observaron que los niveles elevados de ptau181 en plasma entre los que eran cognitivamente normales o tenían un deterioro cognitivo leve podían utilizarse para predecir el desarrollo posterior de la demencia de Alzheimer.
«El tiempo y los recursos considerables que se requieren para seleccionar a los participantes en la investigación con escáneres PET y punciones espinales ralentizan el ritmo de inscripción en los estudios de tratamiento de la enfermedad de Alzheimer», afirma el director del NIA, el doctor Richard J. Hodes. «El desarrollo de un análisis de sangre nos permitiría examinar rápidamente a un grupo mucho más amplio y diverso de voluntarios que desean inscribirse en los estudios.»