Un diminuto individuo completamente formado que (según la desacreditada teoría de la preformación) se supone que está presente en el espermatozoide
Hipócrates y Aristóteles propusieron la idea de lo que llamaban pangenes, que pensaban que eran diminutos trozos de partes del cuerpo. Pensaban que los pangenes se unían para formar el homúnculo, un pequeño humano preformado que la gente creía que se convertía en un bebé. En el siglo XVII, el desarrollo del microscopio permitió descubrir los óvulos y los espermatozoides. Antonie van Leeuwenhoek, utilizando un microscopio primitivo, creyó ver el homúnculo enroscado en un espermatozoide. Sus seguidores creían que el homúnculo estaba en el espermatozoide, que el padre «plantaba su semilla» y que la madre se limitaba a incubar y alimentar al homúnculo para que creciera hasta convertirse en un bebé. Por otro lado, Regnier de Graaf y sus seguidores pensaban que veían el homúnculo en el óvulo, y la presencia del semen sólo estimulaba de alguna manera su crecimiento. En la década de 1800, surgió una idea muy novedosa y «radical»: ambos padres contribuyen al nuevo bebé, pero la gente (incluso Darwin, cuando propuso su teoría) seguía creyendo que estas contribuciones eran en forma de pangenes.