Resumen
La antigua Grecia presentaba al menos cinco variedades diferentes de relaciones entre personas del mismo sexo: (a) relaciones pederásticas, típicamente entre niños adolescentes y hombres adultos que aún no estaban casados; (b) relaciones entre jóvenes masculinos de aproximadamente la misma edad; con menor frecuencia (c) relaciones homosexuales entre hombres completamente adultos; (d) relaciones diferenciadas por edad entre mujeres; y (e) relaciones entre mujeres adultas. Los orígenes de la pederastia parecen estar relacionados con la edad relativamente tardía del matrimonio para los hombres, que evolucionó como respuesta a la necesidad de limitar el crecimiento de la población en la economía impulsada por la escasez del siglo VII a.C. Los contextos de socialización pederástica (atletismo, camaradería militar, caza, peleas de gallos y actuación intelectual/musical en simposios de élite) apuntan a la masculinización de la pedagogía y la tutoría como funciones sociales clave.
Sin embargo, las actitudes sociales hacia la pederastia no fueron uniformes en todas las ciudades-estado griegas en todos los períodos. Las pruebas de varios ámbitos sugieren que, a medida que Atenas se democratizaba y veía una mayor distribución de la prosperidad en todas las clases sociales, la edad del matrimonio masculino disminuía; las familias más numerosas se volvieron socialmente deseables, mientras que las alternativas no reproductivas a la sexualidad marital se pusieron menos de moda e incluso fueron moralmente dudosas. Lo que siempre se había caracterizado como un habitus de élite durante el periodo arcaico y la primera mitad del siglo V ya no parecía encajar en un sistema político en el que la apelación al hombre común definía el éxito y la popularidad. Algunos textos filosóficos del siglo IV a.C. caracterizan el sexo físico entre varones como para physin («más allá de la naturaleza»), mientras que otros reconocen la posibilidad de que esté determinado por procesos naturales basados en la anatomía o en la herencia espiritual.
De mayor interés para la política moderna es la cuestión de lo que la evidencia histórica griega puede decirnos sobre la capacidad de los adolescentes para consentir relaciones íntimas con hombres adultos. La jurisprudencia moderna, especialmente en los Estados Unidos, asume una incapacidad universal para proporcionar un consentimiento informado hasta mucho después del inicio de la pubertad, e incluso las relaciones voluntarias entre niños adolescentes y hombres son fuertemente sancionadas en el sistema de justicia penal. Aunque la Atenas clásica contaba con una sólida tradición de crítica a la pederastia por una serie de razones, la noción de que el sexo preadulto con una pareja mayor era psicológicamente perjudicial para los chicos no estaba entre ellas. Los griegos consideraban a los adolescentes (e incluso a los más jóvenes) como intrínsecamente sexuales, y la práctica generalizada de la desnudez en el ejercicio atlético y la vida cotidiana condicionó a los chicos griegos a un mayor grado de franqueza y desinhibición física. Tanto las pruebas iconográficas como las textuales muestran que los adolescentes griegos eran muy capaces de rechazar a los pretendientes adultos o de interrumpir las relaciones que ya no les gustaban.