Joseph Jordania sugirió que los zumbidos podrían haber desempeñado un papel importante en la evolución de los primeros humanos (homínidos) como llamadas de contacto. Muchos animales sociales producen sonidos aparentemente desordenados e indistintos (como el cacareo de las gallinas) cuando realizan sus actividades cotidianas (buscar comida, alimentarse). Estos sonidos tienen dos funciones: (1) hacer saber a los miembros del grupo que están entre parientes y que no hay peligro, y (2) en caso de que aparezca algún signo de peligro (sonidos sospechosos, movimientos en un bosque), el animal que se percata del peligro primero, deja de moverse, deja de producir sonidos, permanece en silencio y mira en dirección a la señal de peligro. Los demás animales no tardan en seguir su ejemplo y, muy pronto, todo el grupo guarda silencio y escudriña el entorno en busca del posible peligro. Charles Darwin fue el primero en advertir este fenómeno en el ejemplo de los caballos salvajes y el ganado. Joseph Jordania sugirió que para los humanos, al igual que para muchos animales sociales, el silencio puede ser una señal de peligro, y por eso los zumbidos suaves y los sonidos musicales relajan a los humanos (véase el uso de la música suave en la musicoterapia, las canciones de cuna).