La dosis y la duración de la terapia de Ativan (lorazepam) deben ser individualizadas y tituladas cuidadosamente para evitar una sedación excesiva o un deterioro mental y motor.
Al igual que con otros sedantes ansiolíticos, la norma para el alivio sintomático de la ansiedad incapacitante en pacientes psiconeuróticos deben ser cursos cortos de tratamiento y el curso inicial del tratamiento no debe durar más de una semana sin reevaluar la necesidad de una extensión limitada. Inicialmente, no debe proporcionarse más de una semana de suministro del medicamento y no deben permitirse renovaciones automáticas de la prescripción. Las prescripciones posteriores, cuando se requieran, deben limitarse a cursos cortos de terapia.
Se debe prescribir la dosis efectiva más baja de Ativan (lorazepam) durante la menor duración posible. El riesgo de síndrome de abstinencia y de fenómenos de rebote es mayor tras una interrupción brusca; por lo tanto, el medicamento debe interrumpirse gradualmente. Los síntomas de abstinencia (por ejemplo, insomnio de rebote) pueden aparecer tras la interrupción de las dosis recomendadas después de tan sólo una semana de tratamiento. Debe evitarse la interrupción brusca de lorazepam y seguir un programa de reducción gradual de la dosis después de un tratamiento prolongado.
Los síntomas notificados tras la interrupción de las benzodiazepinas incluyen: dolor de cabeza, ansiedad, tensión, depresión, insomnio, inquietud, confusión, irritabilidad, sudoración, fenómenos de rebote, disforia, mareos, desrealización, despersonalización, hiperacusia, entumecimiento/hormigueo de las extremidades, hipersensibilidad a la luz, al ruido y al contacto físico/cambios perceptivos, movimientos involuntarios, náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito, alucinaciones/delirio, convulsiones/ataques, temblores, calambres abdominales, mialgia, agitación, palpitaciones, taquicardia, ataques de pánico, vértigo, hiperreflexia, pérdida de memoria a corto plazo e hipertermia. Las convulsiones/ataques pueden ser más frecuentes en pacientes con trastornos convulsivos preexistentes o que estén tomando otros medicamentos que disminuyan el umbral convulsivo, como los antidepresivos.
Trastorno de ansiedad generalizada: La dosis oral diaria recomendada para adultos es de 2 mg en dosis divididas de 0,5, 0,5 y 1 mg, o de 1 mg y 1 mg. La dosis diaria debe aumentarse o reducirse cuidadosamente en 0,5 mg según la tolerancia y la respuesta. La dosis diaria habitual es de 2 a 3 mg. Sin embargo, la dosis óptima puede oscilar entre 1 y 4 mg diarios en pacientes individuales. Por lo general, no debe superarse una dosis diaria de 6 mg.
En pacientes ancianos y debilitados, la dosis diaria inicial no debe superar los 0,5 mg y debe ajustarse de forma muy cuidadosa y gradual, dependiendo de la tolerancia y la respuesta.
Ansiedad excesiva antes de procedimientos quirúrgicos: Adultos: Generalmente 0,05 mg/kg hasta un máximo de 4 mg en total, administrados por vía sublingual de 1 a 2 horas antes de la cirugía. Como con todos los fármacos premedicantes, la dosis debe ser individualizada. Las dosis de otros fármacos depresores del sistema nervioso central deben reducirse ordinariamente.
ADMINISTRACIÓN: El comprimido sublingual, cuando se coloca bajo la lengua, se disuelve en aproximadamente 20 segundos. Los pacientes no deben tragar durante al menos 2 minutos para dejar tiempo suficiente para la absorción.