El Bacillus thuringiensis, o Bt, es una bacteria común del suelo cuyo genoma contiene genes para varias proteínas tóxicas para los insectos. Durante décadas, el Bt se ha rociado en los campos como un pesticida orgánico; varias de las principales plagas del maíz que son difíciles y costosas de controlar con insecticidas químicos son susceptibles al Bt. Sin embargo, cuando se rocía en la superficie de los cultivos, las toxinas Bt se descomponen rápidamente cuando se exponen a la luz ultravioleta, y también se desprenden con una lluvia fuerte.
Para hacer frente a estos problemas, varias variedades de maíz han sido modificadas genéticamente para incorporar genes Bt que codifican proteínas llamadas «delta-endotoxinas» y «proteínas insecticidas vegetativas» (VIP), que son específicas para varias plagas de insectos. Algunas cepas de Bt producen proteínas que son selectivamente tóxicas para las orugas, como el barrenador del maíz del suroeste, mientras que otras se dirigen a los mosquitos, los gusanos de la raíz o los escarabajos. Para crear una variedad de cultivo Bt, los científicos vegetales seleccionan el gen de una toxina Bt concreta y lo insertan en las células de la planta de maíz o algodón en la fase de embrión. La planta madura resultante tiene el gen Bt en todas sus células y expresa la proteína insecticida en sus hojas. Las orugas ingieren la toxina, que daña fatalmente el revestimiento del intestino.
Debido a que el maíz Bt produce un insecticida dentro de sus tejidos, las proteínas tóxicas están protegidas del sol y, por tanto, persisten más tiempo. Además, el maíz Bt produce la toxina continuamente a lo largo de una temporada, prolongando sus efectos protectores. Dado que el maíz Bt ofrece una alternativa a la pulverización de insecticidas químicos, ofrece ventajas medioambientales y económicas a los agricultores. La mayoría de las toxinas Bt son selectivas para orugas específicas y especies estrechamente relacionadas. No se conocen efectos en mamíferos, peces o aves, y parecen seguras para los consumidores. No obstante, las futuras variedades que impliquen cambios en el metabolismo de las plantas podrían estar asociadas a la toxicidad.1