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«Si no estás contento hoy, no hay nada que puedas comprar este fin de semana para cambiar eso». – Joshua Becker

Voy a salir al paso y admitir esto: me encanta comprar cosas. La parte de comprar, no tanto. Pero, ¿la parte de adquirir? Podría adquirir cosas todo el día, amigos míos. Me paso literalmente horas pensando en todas las cosas nuevas que «necesito» para mejorar mi vida.

Hago listas y más listas. Artículos de decoración, ropa, utensilios de cocina, gadgets, productos de oficina, artículos de salud. Mi lista de Amazon se acumula y acumula polvo mientras espero ansiosamente, preguntándome cuándo podré ahorrar suficiente dinero para tachar ese artículo imprescindible. Justifico esta obsesión, diciéndome a mí misma que todo lo que quiero mejorará mi salud, mi calidad de vida… todas las cosas buenas, ¿no?

Me digo a mí misma que no gasto con tanta avidez como ella. No me hago las uñas tan a menudo como ella. Mi colección de zapatos es mucho más pequeña que la de ella. Ah, ¿y mi armario? Casi sin nada. Un triunfo minimalista, seguro.

¿Pero mi mente? Constantemente llena. Llena de listas. Llena de artículos que necesito para hacer mi vida «mejor». Llena de razones por las que no puedo ser perfectamente feliz hasta que esa cosa entre en mi mundo. Es una rueda de hámster agotadora, déjame decirte.

Salir de esa rueda en una sociedad que valora mucho el consumo conspicuo como afirmación de estatus social no es tarea fácil. Requiere un esfuerzo consciente no sólo para silenciar las voces externas que te gritan sobre el último producto, sino para acallar al consumidor interior. La voz que te dice que no estás completo o feliz hasta que no tengas esa cosa más.

Cómo estar contento con lo que tienes

Recientemente, he aprendido a hacer esto por mí mismo, y aunque no estoy cerca de la línea de meta -y lo más probable es que nunca lo esté- he adquirido algunos conocimientos en el camino.

1. Simplemente detente.

Este es el primer y más importante paso para acallar al consumidor. Basta con detenerse. Respira profundamente y no permitas que tu mente entre en espiral. Esto que estás considerando, aunque sea increíble, no te va a traer la alegría y la felicidad definitiva. Entonces, ¿qué te va a aportar? Este no es el momento de soñar con flores ni con Pinterest.

Este es el momento de darte espacio para considerar realmente este objeto y lo que te ha llevado al punto de quererlo tanto. Aléjate de la cornisa, míralo por lo que realmente es y por lo que significa para ti.

2. Pregúntate por qué.

Una vez que lo has considerado, ahora tienes que hacerte la pregunta difícil: ¿por qué lo quieres? No evites esta parte, siéntate con ella. ¿Es para poder tener lo que «ellos» tienen? ¿Para sentirte mejor con una situación o contigo mismo? ¿Para que los demás te perciban de cierta manera? ¿O es algo que supuestamente hará tu vida más fácil? ¿Más sencilla? ¿Más manejable? Más bonito?

Responde a estas preguntas con honestidad, y tendrás un control mucho mejor sobre si vale la pena tu energía, dinero y mantenimiento.

3. Haz un inventario.

Antes de salir corriendo a comprar este artículo, es importante echar un vistazo rápido a lo que ya tienes. Lo más probable es que haya algo que ya posea y que pueda servir perfectamente. No puedo contar cuántas veces he comprado algo que creía que necesitaba, sólo para llegar a casa y encontrar ese artículo exacto escondido en un cajón en alguna parte.

Este es también un caso maravilloso para practicar el minimalismo en su casa para que realmente pueda encontrar las cosas que necesita, cuando las necesita.

4. Practica la gratitud.

Ahora que has seguido estos pasos rápidos, puedes tomar una decisión saludable sobre tu compra. Pero tanto si lo compras como si no, es importante recordar que cualquier cosa que compres sólo te aportará una felicidad temporal. Centrar tu energía en lo que más importa es siempre una buena idea, y una forma de hacerlo es practicar intencionadamente la gratitud.

Encuentro que en los momentos en los que me encuentro con carencias, o siento que debo tener esta cosa para ser feliz, simplemente necesito empezar otro tipo de lista: las cosas por las que estoy agradecida. Cuando empiezo a enumerar eso en mi mente, me siento abrumada por la cantidad de regalos maravillosos que ya tengo en mi vida, y así, la única cosa no parece tan atractiva o necesaria después de todo.

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