Los síntomas de la intoxicación por anticongelante son sutiles.
Dentro de las primeras 12 horas de la ingestión de anticongelante, una persona que ha sido intoxicada -accidentalmente o no- puede actuar como si estuviera borracha. El sistema nervioso central se ralentiza, según la información de la Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades de Estados Unidos.
El compuesto nocivo del anticongelante es el etilenglicol, una sustancia de sabor dulce e inodora que se utiliza en diversos procesos mecánicos por su bajo punto de congelación y su alto punto de ebullición.
Químicamente no dista mucho del alcohol común, pero el cuerpo humano reacciona a las dos sustancias de forma muy diferente.
En pequeñas cantidades, el cuerpo metaboliza el alcohol y lo expulsa sin dañar las células.
En cambio, el anticongelante es absorbido por el cuerpo con bastante rapidez, donde se cristaliza. Es entonces cuando comienza el verdadero daño, tan rápido como 30 minutos después de la ingestión del producto químico.
«Cuando el etilenglicol se descompone en el cuerpo, forma sustancias químicas que se cristalizan, y los cristales pueden acumularse en los riñones y pueden afectar a la función renal. El etilenglicol también forma sustancias químicas ácidas en el cuerpo, que pueden cambiar el equilibrio ácido/básico del organismo y afectar al sistema nervioso, los pulmones y el corazón», dice una hoja informativa del registro federal.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, tan sólo dos onzas de anticongelante pueden matar a un perro, una cucharadita puede matar a un gato y dos cucharadas de anticongelante pueden ser peligrosas para un niño.
En un plazo de 24 a 72 horas, una persona que haya ingerido una cantidad significativa de anticongelante puede morir como consecuencia. Lo más habitual es que la muerte venga precedida de una insuficiencia renal, según la hoja informativa. También puede causar problemas cardíacos y daños cerebrales.
La ATSDR señala, sin embargo, que la ingestión de anticongelante puede ser difícil de detectar, porque se absorbe con relativa rapidez en el cuerpo y se convierte químicamente.