El invierno es una época de penurias para la mayoría de los mamíferos. La comida escasea, los vientos gélidos aúllan, la nieve cae y las temperaturas gélidas presisten, al menos aquí en el interior de Alaska lo hacen. Para algunos mamíferos, la estrategia desarrollada para hacer frente a esta dura estación es la hibernación. Entre los hibernadores, los osos negros tienen una tasa de supervivencia extremadamente buena en un invierno normal. La hibernación es el mecanismo que utilizan los osos negros para conservar energía y reducir sus fuegos internos del metabolismo. Durante mucho tiempo se pensó que los osos dormían durante el invierno en acogedoras guaridas y salían en primavera completamente cargados.
Sin embargo, lejos de ser un sueño largo e ininterrumpido, la hibernación consiste en periodos de sueño puntuados por periodos de despertar. El tiempo de sueño es largo durante el invierno, pero es más corto al principio y al final de la temporada. Para prepararse para esta larga temporada, los osos negros se alimentan vorazmente desde mediados del verano hasta el final del otoño, recogiendo hasta 20 mil calorías en un día. Aquí en el interior, los arándanos cargados de carbohidratos contribuyen en gran medida a esta ingesta calórica. Los osos son omnívoros y también comen carne, incluyendo ardillas de tierra, cariones y cualquier cosa que puedan encontrar. Al final del otoño, un oso negro habrá añadido unos 10 o 15 centímetros de grasa corporal y habrá duplicado con creces el aislamiento que le proporciona su pelaje.
Cuando el oso entra en hibernación, se reducen sus procesos metabólicos, como la temperatura corporal, el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria. Pero los osos no reducen la temperatura corporal tanto como se pensaba. Su temperatura de hibernación es de unos 88 grados y la de vigilia de 100. Esta temperatura de sueño relativamente alta permite a los osos negros estar totalmente alerta si se les despierta, quizá para poder protegerse de los depredadores y otros peligros sin agotar innecesariamente sus reservas de energía. A lo largo de una temporada de hibernación se cree que los osos negros consumen aproximadamente 4.000 calorías al día, lo que se traduce en una pérdida de peso de alrededor del 20 por ciento de su peso corporal en primavera.
Cuando llega el momento de la madriguera, los osos negros no vuelven al mismo lugar todos los años y el tamaño de la misma es relativamente pequeño para el tamaño del animal. Además, las madrigueras suelen estar a unos pocos grados más calientes que el suelo, por lo que la principal protección del oso frente al frío proviene de la calidad aislante de su grasa y su pelaje. Los osos entran en sus madrigueras cuando lo indica un reloj interno que responde a la duración del día, a los patrones climáticos regionales y, sobre todo, a la disminución del suministro de alimentos. La mayoría de los osos entran en sus madrigueras cuando hay una fuerte nevada en la región y, por lo general, son solitarios, excepto las hembras con cachorros.
El periodo de apareamiento de los osos negros se extiende de mayo a julio. El embrión tarda unos tres meses en desarrollarse, pero los oseznos no nacen hasta enero o febrero. El lapso de tiempo entre la fecundación de los óvulos y el nacimiento de los oseznos se debe al retraso en la implantación de los mismos. Después de que el óvulo sea fecundado y sufra alguna división celular, deja de desarrollarse. Esta pequeña bola de células fecundadas (llamada blástula) permanece suspendida en el útero hasta el otoño. Si la hembra ha podido conseguir suficiente comida a lo largo del verano y está en buena forma cuando entra en hibernación, el blastocisto se implantará en la pared uterina y el crecimiento continuará hasta que nazca un cachorro. Las ventajas para la supervivencia de este retraso embrionario son varias. Sería peligroso que los cachorros nacieran durante los meses de verano y estuvieran expuestos a la depredación. Además, la madre osa debe engordar lo suficiente durante el verano para pasar el invierno y los cachorros recién nacidos interferirían en ello.
Al nacer, los cachorros pesan entre medio y tres cuartos de libra, están ciegos, desnudos y dependen completamente de su madre. Aunque la hembra puede dormir durante el proceso de parto, los cachorros saben instintivamente que deben acurrucarse cerca de ella para calentarse y encontrar su leche, que tiene aproximadamente un 25% de grasa (la leche humana tiene un 4% de grasa). Cuando los días más largos de la primavera indican a la madre y a sus cachorros que salgan de la madriguera, los cachorros están mucho más desarrollados y listos para el mundo, aunque permanecerán cerca de su madre durante al menos otro año.
A medida que la población humana sigue aumentando, el desarrollo y las actividades recreativas continúan invadiendo los hábitats de los animales salvajes. Los conflictos son inevitables, sin embargo, será en nuestro propio beneficio aprender a vivir en armonía con estas maravillosas criaturas.